martes, 11 de febrero de 2014

dos poemas: Hermes Apaza


La poesía de Hermes remite a lo sensorial como cómplice de la muerte, leerle es avivar la lumbre de los ojos con un horizonte adolorido, acongojarse por el olvido repentino de todo lo que es «ser», hacerse cenizas ante la presencia de lo inmarchitable. En muchas ocasiones he sentido lo mismo que él, el mismo abismo desorientado, la marca conocida del tedio y la desazón de una vida sin vida, andarse por las ramas endebles del desamor. Hace pocos meses lo conocí en Puno, compartimos una velada atiborrada de poesía y abrazos; me alivió descubrir la existencia de su poemario, leí algunos versos y lo guardé, seguro de que había dado con algo íntimo y sorprendente, esos versos olían a lago desolado, un aroma que habita en el fondo prístino de mi memoria emocional. Riéndo, junto a unos amigos iluminados, terminamos chirriando alcohol por los calles empapadas de mi infancia, seguros de haber dado con el antídoto perfecto para nuestra coetaneidad.
    




De pronto romper los huesos,
romper el dolor

desde el miedo,
trazar cicatrices en el mundo,
ser algo en la palabra,
dejar abrazos en la tumba,
dejar algo de mirada en la muerte
y negar el silencio a los sentidos.


                                    *
Oigo silencios en los silencios
y nada transita a calor en las cosas.

El viento se mezcla entre lo sucio:
nada arrastra consigo.

La mañana tropieza en los rostros;
la noche ya no pue
bla cementerios.

Los li
bros se detienen en sus adjetivos

y la palabra sucumbe...

Locura atrapada en el vicio ya no es locura.




Poemas pertenecientes a «Destiempos», Checca Editores, 2013



Hermes Apaza, nació en Cojata - Puno, en 1985. Cursó estudios superiores en la especialidad de Lengua, Literatura, Psicología y Filosofía en la Universidad Nacional del Altiplano; actualmente ejerce la docencia. Se inició en la literatura con la colaboración y dirección de los boletines Al desnudo y Heskrividores. Destiempos es su primer poemario.



lunes, 3 de febrero de 2014

dos poemas: José Emilio Pacheco






EL FUEGO


En la madera que se resuelve en chispa y llamarada,
Luego en silencio y humo que se pierde,
Miraste deshacerse con silencioso estruendo la vida.
Y te preguntas si habrá dado calor,
Si conoció alguna de las formas del fuego,
Si llegó a arder e iluminar con su llama.
De otra manera todo habrá sido en vano.
Humo y ceniza no serán perdonados
Pues no triunfaron contra la oscuridad,
Leña que arde en una estancia desierta
O en una cueva que sólo habitan los muertos.




LOS ELEMENTOS DE LA NOCHE



Bajo el mismo imperio que el verano ha roído 
Se deshacen los días. 
En el último valle 
La destrucción se sacia 
En ciudades vencidas que la ceniza afrenta. 
La lluvia extingue 
El bosque iluminado por el relámpago. 
La noche deja su verano. 
Las palabras se rompen contra el aire. 
Nada se restituye ni devuelve 
El verdor a la tierra calcinada. 
Ni el agua en su destierro sucederá a la fuente 
Ni los huesos del águila volverán por las alas.




José Emilio Pacheco (Ciudad de México, 30 de junio de 1939 – 26 de enero de 2014), fue figura central de la poesía en español del siglo XX y las primeras décadas del XXI. Hasta hoy el escritor mexicano más completo de su generación por su versatilidad, dedicación, reflexión y creación en la poesía, narrativa, divulgación cultural y en traducciones, adaptaciones, guiones teatrales y cinematográficos.