jueves, 7 de abril de 2016

POEMA DE LAS 17:28 O «NUNCA NOS ANOCHECIÓ»




Nos persigue el cráneo de la canción
Que entonó el escriba de la tarde
—Como suaves recintos de ojos—

¿Cieblo o Ciemblo?
Las ramas son las alas del cóndor quieto
Un diente de león incendia el mundo
—Maceración de crepúsculos—

Esta casa que hoy nos alberga
Es un humorista que teje despacio
Su tela de araña inimaginable
—Al observar el espejo dormido—

La borrasca del momento
También es un leño de fuego blanco
Como la ganzúa que sale por su boca
La poción preliminar del humo—

Somos
El faro de la palabra
Que estamos recordando

Somos
Un vasito de mente impura
Que riega amorosamente lo rígido

Tardes eternas de las 17:39
Nunca nos anocheció



Leo Cáceres, Edgar Pacompia, William Gordillo


Foto: Carlos Alp