jueves, 29 de noviembre de 2018

dos poemas: ALEXÁNDER HILASACA




IN MEMORIAN


«Bebo para olvidar que soy un borracho»
Antoine de Saint-Exúpery


Y fui malo por amar la soledad de las aves


Donde el sol muere
existe un castillo construido de sombras
que palidecen en el disparo del recuerdo
incansablemente clavado en los ojos de Leopoldo María Panero
chiflado desde que vio los senos de su madre
sobrepasó los límites de los sanatorios
donde los héroes desesperados vagaron
con la única compañía de sus sombras, feroces entonces.
La muerte, errante y llena de espasmos, 
se posó en las rodillas del pirata ahorcado por enésima vez.
En los solsticios de su juventud se agotó en los cestos.
Recuerdo la Navidad póstuma y tu relación con los orates
que pintaban los galeones con calaveras y espadas.
Los misterios bañados con la brea 
fueron descifrados por tus hábitos de fabular leyendas
atestiguadas por los pescadores y beber en botas de cuero.
Recuerdo a Panero llenándose la boca de caracoles
preparados con manos obscenas y algas marinas
hablando de ti
con los labios partidos por el hachís.
Junto a los rebaños has llorado centellas 
y curabas tus heridas con almendras,
era diciembre, el mes para morirse en tus caderas.
El pánico delirio de los cadalsos ya no te atormenta,
sobreviviste a los cañones y al olvido.
Cuando trazo un puente para llegar a ti
como espectro o luz de neón, grito o lágrima.
La mar se me sale por los ojos.
Mendigar en tu sangre,
orgulloso del boceto que acompaña tu tumba sórdidamente,
poema ciego que se apaga 
en las pupilas de los que han muerto en mí,
disputándose la casta locura.
Qué tragedia sepultar tu esqueleto en el sexo pútrido,
maloliente, y beber un trago en tu nombre
por el resto de la vida.
Aquí estamos para desgarrar el odio del mundo
mientras la muerte habla y habla
y Satán diciéndote: «A levantarse, hombre, a levantarse...
que el universo ya es ceniza parda, y nada más que eso».
Sigo escribiendo, perdiendo el iris en los tinteros,
agonizando como un enfermo de cáncer o de vida,
al fin poseído por un rostro que me es ajeno,
tan ciego como los dioses 
que no vislumbran nuestras murallas.
Estoy en tierras inertes,
sembrando conjuros y razas
en el rincón del infierno donde el sol negro
desciende para cortar tu alma,
y la tarde fue el ángel que salió de tu semen
y soñó con los duende entre multitudes de cadáveres
al fin canibalizado por nobles ratas.
Hablen, qué hay detrás de estos olores a mierda y orina
si no muerte hecha verso saliendo del ano.
Ya murió el sol y con él los girasoles.
Dejemos que estas palabras se pudran en la tumba a la hora del alba
para entrar a ti como una aguja llena de heroína. 



ESCRIBIR AHORA QUE EL ALCOHOL ESTÁ EN MIS VENAS



«Levanto mi copa, invito a la luna
y a mi sombra, y ahora somos tres»
Li Po


Las cosas que hice por amor —Palabra de borracho—


Aquí en tus párpados mi corazón siempre está herido
como un fantasma que tose y escupe sangre
sobre los desiertos que andan desgraciados
igual que los rostros de la noche.
Los esqueletos de los poemas 
exhumados por los gallinazos
se desvanecían en los picos
y tenían un sabor a conejo.
Mi abuelo, por aquel entonces
hablaba con la sabiduría de las plantas venenosas
como la espina de perro 
o la menstruación de los murciélagos.
Entiendo que la cura de los siglos
va fracturando los tobillos del cartero.
Las dulces sílabas palpitaban en tus muslos
grabando en las páginas de tu cuerpo
la miel de las abejas
y ciertas utopías que maduraban en el sexo de los ángeles.
Los gritos del bucanero eran precoces y malentendidos
gritos de pequeñas alas ansiosas por ser libres.
Sé del llanto del pueblo 
que es un fantasma musical
de los mitos flotantes sobre los dos pozos de tus ojos,
de esos amores malparidos
escritos con armas blancas.
Y aún cuando cavamos nuestra propia tumba 
buscamos el principio del daño,
por eso naturalmente escribimos agonizando
como perros sin dueño,
muriendo en los refugios desesperados por predecir
la vida de los asmáticos o de los cancerígenos.
Esa noche muchos metiches y pendejos 
me interrogaron por el solitario fantasma 
que enterró su nombre en los bares de mala muerte,
en pieles cansadas de tanto exhibirse en las esquinas 
y sobre todo por su inocencia tibiamente trocada
en las arcaicas posadas de paja y barro.
Todo se terminó bajo la luna
y así mi locura se ahogó en la raíz de la piedra
y este domingo se trenzó al pellejo del cigarro
y caminó algunos pasos
y se perdió en los espejismos de los manantiales.
En la soledad de una palabra 
mi dolor es un libro complejo.
Aquí escribo poemas sobrios
que se levantan y asumen su identidad.
Por eso bebo en la calle esperando
que el amanecer desparrame su sangre en el asfalto
y entonces volveré a creer en aquél hombre
que tomó un atajo para llegar al pueblo
con una botella de ron entre las manos. 


Estos poemas pertenecen al libro «Pájaro ebrio» del poeta Alexánder Hilasaca (Puno, 1987), editado por 12 ángulos, en Arequipa, en mayo del 2016.

Pintura: «The deep» por Jackson Pollock (1953)
https://www.jackson-pollock.org/

lunes, 19 de noviembre de 2018

PILAR VILCAPAZA: «Cuervo azul»





CUERVO AZUL 
ASESINÉ al cuervo azul del Tártaro
en mis PANTANOSOS hábitats salvajes
mientras violentaba mis aguas MANSAS
y se daba placer en los brazos
de la NOCHE poseída 



EL MUNDO
se ha
D
E
T
E
NIDO
como un pobre mendigo
que me mira 
intencionalmente
por su
V
E
N
TANA
de cartón
y me vuelve a
CRUCI
F
I
C
A
R

cuando corro y escapo
en la nada de aquella
calle sin fin
hueco de mis pasos
que no logran huir



¡SÍ!
Lo confieso
apuñalé
cada COLOR
cada VESTIDO
cada CABELLO
de mis juguetes
mientras 
chupaban
agriamente
mis sesos
que nunca querían
sentir la burla
de estas niñas
que 
bien
incendian
mis lamentos



ES CIERTO
trataba de ser
aquella
TU VIDA
pero no te entiendo
no te conozco
y siempre
te pregunto
SER MALIGNO
¿a qué has venido?

mientras
TÚ CRECES
en mi vientre
creo ver
a un desalineado ser
PERDIDO REFLEJO
de ese espejo
que me vistió
en su silencio
mientras creces
en mis entrañas 
salvajes e inmaduras
flores de INVIERNO
que salen en OTOÑO

en tanto
aquellas
NIÑAS
en mis sueños
florecen
DORMIDAS

RITUAL
mientras
la
C  U  R  I  O  S  I  D  A  D
se arregla
vistiéndose 
de 
MUJER FALSA
con aquel
TRAJE muerto
la
LUNA
bañada en fecundidad
me
ENSANGRENTA
con sus GARRAS pervertidas
que preparan en el 
OÍDO
de mi suave pelo
y van
RECOGIÉNDOME
para ser la coqueta
NIÑA ENVIUDADA 


YO SUPLICABA
pedía 
arrodillada
que no siga lastimando
mi
SER QUE RECIÉN NACE


P
U
E
S

ÉL

puso
su
CORREA
a su mano
mientras me obligaba a ser
MALDITA PERDICIÓN
de su
PANTALONES FRÍOS
y mojados
mientras
me trituraba
U
N
A
Y OTRA
V
E
Z



MADRE
injusta
que vas
llorando
y callando
mientras
EL SANGUINARIO CUERVO AZUL
desolla
mi sombra
cuando 
no estás



¡Ahora soy
BLANCA LA ASESINA!
una gota de sangre
pisa mi rostro artero
mis recuerdos
vuelven
una vez más

MATÉ
a mi padre
desgarrándolo
suavemente
con mi ley

¡LO MATÉ
S
H
U
U!



Fragmentos del poemario «Cuervo Azul» de Pilar Vilcapaza  (Editorial 12 Ángulos, 2018)

Pintura: «Crow II» de Susan Wald, 2017

martes, 13 de noviembre de 2018

La petrificación





















Fue por encargo
que dispararán a Mamá Niñez
en el pecho enloquecido del gigante
que se esconde
que trata de salvar
lo que el oleaje le brinda.

En las playas de Chucuito
dan a luz los colores
porque Helena
ceguera de lluvia
ha dormido bien
su noche andina

Fue por encargo
que Pólux la buscara por Layka
y que dispararan sin piedad a Niñez
en el pecho enloquecido
del gigante que se muestra
que traga lo que la noche le brinda

La petrificación de los latidos
eso no fue por encargo


*Poema aparecido en la antología del XXII Festival de Poesía «Enero en la palabra», Cusco - 2018

jueves, 8 de noviembre de 2018

PACHA J. WILLKA: «Voluntad procreativa»





Todo el fin de semana, en las múltiples y complicadas tareas que le tocaba desempeñar, Niko registraba que el logaritmo con el que lo habían individualizado tecnócratas y tecnólogos, de manera aguda y persistente, escaneaba hasta los últimos chips, adminículos y adherencias de su frágil estructura cybórgica, para comprobar que cuando empezaba a sobrepasar los ocho kilómetros por hora, las extremidades se le entorpecían. Esto no era habitual ni alarmante, pero no cesaba de proyectarle la cuestión: ¿Y si dejaran de funcionar mis piernas?
El lunes, las chispas de la pantorrilla derecha perturbaron su habitual recorrido que iba desde el Multienlace del Centro de Información, por las avenidas Amazonas y Beijing, hasta la Vía del Parlamento Intercontinental. En circunstancias de buena performance su zoom y su mnem eran captados, grabados, interpretados y usados con placer por la administración. Y el martes saltó la alarma: algo definitivamente no iba bien.
Cuando atravesó por entre los peatones y manifestantes, la interferencia fue captada por los sensores que controlaba Juliette, la perito de reparaciones.
—¿Niko...?, ¿marcha todo bien?
La respuesta dubitativa determinó la decisión de marcar en la programación de Niko señal amarilla, es decir, «cita con el biomecánico». El sobrecalentamiento fue restando a Niko cinco minutos de estabilización cada hora, y aunque conectó un nanofrigo adicional que le provocó una rebobinación pesada de la memoria, una suspensión le mostró los primeros momentos de su fabricación, allí en el centro para los recursos cibernéticos, al Oeste del Edén... y se emocionó: Tres circuitos de colores dieron vueltas y vueltas en su sistema de comando, y empezó el círculo sin fin: reducir, reciclar y reutilizar...; reducir, reciclar y reutilizar...
El martes, a primera hora, llegó el automóvil de reciclaje. El personal desactivó con un destello a Niko y mientras lo emplazaban dentro de un embalaje de espuma de vidrio, las últimas imágenes que decodificó fueron los muros de la sala, decorados con dos grandes carteles de cine: Inteligencia artificial y Yo, robot, los retratos de Wiener y Turing, y la foto del parlamentario que había presentado el primer proyecto de ley de interacción y comparabilidad entre humanos y cyborgs, y entre cyborgs y humanos. Y lo llevaron al Nanolaboratorio Homo-Cybo.
El miércoles vino el primer tecnólogo. Comparó el prospecto «cero kilómetros» con el que varios años antes embalaron a Niko y tomó nota de detalles numéricos importantes. Luego abrió su tableta informática y utilizó una guía ilustrada interactiva. Abrió “reciclaje didáctico” en quince idiomas. Comprobó que todo estaba hecho de un número limitado de elementos, que estaba en cambio, movimiento y mutación, y si la naturaleza se recicla, la vida y muerte son lo mismo. Horas después, cuando el sol declinaba, a Niko le reemplazaron la fuente de energía.
El jueves, cuando Juliette llegó con el biomecánico, al compartimiento 25k6 de Homo-Cybo, comprobaron que las extremidades estaban parcialmente deterioradas, y que se necesitaba reemplazar el material con otro más flexible y resistente. Eso implicaba replicar la pieza. Era imprescindible un artista nanomédico... ¿dónde hallarlo? Delfina, la amiga cyborg de Juliette, al ser consultada, transmitió informaciones claves señalando dos o tres especialistas. Sin embargo, todos ellos realizaron advertencias: «Alguna vez tuvo alguna nanointervención? ¿Tiene piezas recambiadas? ¿Ha sufrido quemaduras?». Los períodos de sobrecalentamiento en fluctuación implacable habían afectado a Niko. La zona del vientre y la ingle registraba vibraciones inquietantes. Y de remate su conciencia registraba niveles altos de reflexión.
Efectivamente, el viernes Niko tuvo conciencia que sus extremidades se encogían a la manera de una grúa telescópica, y pocas horas después se vio a sí mismo hecho un bodoque informe y raro.
Cuando Juliette y Delfina entraron a la sala-laboratorio se encontraron con una escena kafkiana. En el ecran del imagógrafo las ondas procesuales de Niko mostraban su evolución descomponente, mientras se oía su voz estropeada pronunciando una frase recurrente: «Estoy convertido en una albóndiga… Estoy convertido en una albóndiga… Estoy…».
Delfina podía intuir cómo se encontraba Niko en esos momentos porque ella concluyó con éxito una importante investigación con la que obtuvo su doctorado en biónica aplicada a los procesos de conciencia. Además, había estado en contacto con varios cyborgs durante al menos tres años consecutivos. Y como mérito a su desempeño profesional los legisladores le habían concedido la naturaleza de homocyb, un nivel intermedio nuevo.
—¿Qué le ocurre, Delfi? ¿Tienes alguna idea? —preguntó Juliette.
—Su sí mismo no funciona bien. Ansía llegar a ser un homocyb, como yo, pero no termina de imaginarse con un cuerpo de carne. Las vibraciones del vientre y la ingle son curiosas. Con su serie aún no se empezó los tegumentos libidinales así que no puede ejercer atracción intersexual. ¿Qué cantidad de potencial artístico posee?
—Lo siento. No es posible medirlo en cantidad. Simplemente es extraordinario. Tiene varios packs: vista de zoom, ojo posterior, reductor de celulitis, reproductor mental de música, levitador de objetos metálicos-semimetálicos, modificador táctil de banda magnética, visión nemónica de fotos y videos, cuarenta input y cuarenta exput. Simplemente una maravilla. ¿No lo crees?
—¡Qué interesante! ¿Lee?
—¿A qué te refieres? ¿A textos escritos? Sí. Es uno de los pocos de su naturaleza que han logrado leer. Pero él prefiere los filmes. Es capaz de visionar hasta veinte filmes en el tiempo que un ser humano ve solamente uno.
Activó su tableta y aplicó al DH (decurso histórico) el filtro “veces visionadas” y el resultado mostró la mayor frecuencia para el trailer del filme Camino hasta el Sol, del director brasileño Kornelius Moraes, inspirado en una novela de un autor andino. Revisó el argumento: el hijo de un famoso neurocientífico, después de asistir a una conferencia de Matthiu Ricard, biólogo y budista, recibe la ingrata noticia que su padre se encuentra muy grave. Y acude de inmediato al hospital donde él permanece en coma, víctima de un aneurisma. Lo encuentra rodeado de dos colegas quienes le comunican la última voluntad de su padre: Realizar la duplicación de su conectoma y sus geodesias mentales en el cerebro de su hijo. El joven, sin dudarlo, se somete a la prueba. Los cirujanos tienen escasos minutos para despertar la conciencia del paciente, reconstruir el funcionamiento de los dos cerebros mediante un programa personalizado y efectuar la intervención. El joven, convaleciente, asiste a la cremación de los restos de su padre, y continúa sus actividades cotidianas. Sin embargo, poco a poco su vida comienza a cambiar de manera desconocida, hasta que una mañana se despierta con una determinación: Visitar el pequeño pueblo donde su padre nació y creció.
Delfina volvió a observar los controles de Niko y comentó con Juliette: «¿Tú crees que Niko es susceptible a las influencias de sus preferencias estéticas?»
—Quizás. ¿Tienes comunicación con Cyndy MacCarthy? Ella, y sobre todo su esposo, te pueden ayudar —respondió Juliette.
—¿Y quién es él?
—Es uno de los mejores discípulos de Raymond Kurzeil.
Delfina llamó inmediatamente a la Administración y solicitó asesoramiento.
Treinta minutos más tarde, de manera singular, se autorizó la operación denominada Niko, sobre la base de recientes avances en simulación informática de sistemas biológicos, y nanochameleones. Una empresa de estrategias de venta en grandes superficies que intentaba encontrar y dominar el mercado de la ciudad norteamericana con mayor cantidad de inmigrantes o descendientes de inmigrantes chinos, finalmente, fue la que concedió todo el dinero de la financiación.
El sábado, en el Center Nanointeligentsy Wierner, Linkwindsing, el doctor MacCarthy llegó puntual, aparcó su coche y se deslizó por pasillos, lobbys y ascensores hasta llegar a la sala-laboratorio. Sin perder tiempo, observó la ficha de Niko y las tareas principales: sintetizar avances en redes baynesianas, memory-prediction, mapas cerebrales y simulación de sentimientos. Leyó los símbolos y enumeró operaciones: flujo libre, nanoproteostática, ensayo de neurona artificial, transportación, rememoración, reimaginación, conexión de inconexiones. Niko tenía afectado su ensamble central con un desorden de impulsos eléctricos cerebrales... «Objetivo colateral, pensó: Experimentar la experiencia sentimental de la procreación en y con Niko. Denominación y tiempo de ejecución: Operación Niko & NBIC, dos horas de preparación, cinco minutos puesta en marcha, tres segundos de intervención». Dejó todo preparado para realizar la intervención el lunes por la mañana. Sin embargo, el domingo, a eso de las cuatro de la tarde, Delfina decidió utilizar algo inédito en los exactos y regulados procedimientos científicos utilizados hasta la fecha.
De manera astuta, mediante un neutralizador de potencia media realizó un interlapso en los sistemas de vigilancia, control y grabación.
Esperó dieciocho minutos. Luego se deslizó a través de una rendija del enorme ventanal del CNWL, caminó pegada a la pared, muy sigilosamente, y al fin pudo llegar a la sala donde se encontraba Niko. Lo encontró quieto, depositado en una cápsula anaranjada fluorescente junto a otros cyborgs. No sin esfuerzo logró abrirla, y luego, a la altura del cuello de Niko, deslizó la lengüeta que conectaba con un sistema de recarga de fusión. Una pequeña pantalla empezó a titilar indicando que el proceso estaba en marcha. Diez minutos después tocó las sienes de Niko y le dijo claramente:
—¡Despierta!
El cyborg despertó y miró sorprendido a la homocyb. Luego ella cruzó su índice en la boca. Fue un gesto de silencio que Niko comprendió perfectamente. Enseguida, con microsonidos le transmitió el mensaje:
—Tú estás bien. Tú no eres ninguna albóndiga. Simplemente se ha creado en alguna parte de tu sistema un programa de voluntad procreativa que por ser insatisfactorio te provoca esa borrosa autoimagen.
Ambos se miraron y sonrieron en actitud de complicidad.
Luego ella lo tomó de la mano, le ayudó a incorporarse y salir de la cápsula, y cuando lo tuvo frente a frente, practicó por primera vez algo increíble: Lo besó en los labios. Y enseguida, lo condujo por la misma rendija del enorme ventanal por la que había entrado.
—¿Tú crees que podremos lograrlo?
—¿Lograr qué? —dijo ella.
—Procrear.
—Sí. Si aún no te lo han dicho, yo te lo digo: Eres genial. Entre los dos crearemos algo nuevo y diferente, superior a nosotros.
Y salieron escurriéndose por los sistemas de información más complejos del planeta para perderse en el horizonte de su heroico romance. Surcando por sus sistemas cibernerviosos viajaba la esperanza.
Cuando el lunes a las nueve de la mañana, el doctor MarcCarthy ingresó al CNWL y le comunicaron que la cápsula de Niko se encontraba vacía, ni siquiera preguntó qué había pasado. Simplemente imaginó que lo que tenía que ocurrir había ocurrido. Y los detalles no tenían importancia, la más mínima importancia.


Este cuento pertenece al libro: «La tarea del cóndor» de Pacha J. Willka, Rupestre Ediciones, 2018.


Pacha Jatha Willka (de nombre legal Alberto Cáceres Gómez) nació en Puno en 1957). Es un polifacético poeta, docente, editor y viajero. Fue galardonado con premios y distinciones, y sus textos se encuentran en numerosas antologías. Activo desde que fue adolescente, a la publicación de sus poemas, cuentos y artículos, sumó una intensa labor periodística y social en prensa escrita, radio y televisión, y contribuyó en diversas instituciones ya sea como fundador, animador o miembro. También ha prologado decenas de libros. Actualmente es delegado del Instituto Americano de Arte en Europa, donde habita desde 2000. Sus tres libros de poesía (Invenciones, 1988, Luz de lluvia, 1999 y Wayrita, 2004), su primer libro de cuentos (La máquina de gobernar, 2007) y el presente, La tarea del cóndor, exploran sus mundos subjetivos, sus sueños y visiones, sus ilusiones de perpétuo creador de fantasías, de utopías, de imaginador en recreación hasta el infinito, sus exacerbaciones sociales y hasta las crisis identitarias que son tanto personales como colectivas, ofreciendo a los especialistas y a los lectores no especializados la posibilidad de adentrarse a una creática "siempre naciente y asombrosa".