martes, 19 de febrero de 2019

Juan Gonzalo Rose: «Huayno al uru»






Del lugar ya te fuiste, Malika. ¿Cómo te encontrarás? A la ciudad te fuiste, donde hasta los guagos tienen boñiga en el corazón. Ahí, Malika, ay qué será de ti.
Y yo aquí solo. Volatinero de las tinieblas, la blanca luna no me sacude. Y hasta Toribio, el amable, no me saluda.
Los perros chiquititos a sus amos crueles mueven la cola, ¿yo, a quién?
Por eso en botella de mosca crío una mosca, no más para que te siga.
Ay mamacita, señorita, labios de cinta labrada, entre tu boca te escupirán.
De nuestros padres no te olvides, Malika. Somos urus. Nos somos seres humanos. La voz metálica del uru golpeó el tambor del aire haciéndolo pedazos.
Somos los kut'suns, la gente del lago. Antes de los inkas, mucho antes que el Ta Ti Tu, el Padre del Cielo, creara a los quechuas, a los aymarás y a los blancos; antes que el sol alumbrara el mundo, cuando la tierra se encontraba a media oscuridad, solo iluminada por la luna y las estrellas; cuando el Titicaca se extendía hasta las últimas fronteras de la puna, nuestros tatas ya vivían aquí ¿Y te olvidarás? 
Nuestra sangre es negra y no podemos ahogarnos. Ningún frío puede herirnos. Ningún rayo matarnos. Somos otros. Los kut'suns, el pueblo del agua. ¿Allá qué harás?
El Misti, como a ovejita te encerrará. El pelo te cortará. Sucia amanecerás. Como los ríos cuando se enferman, así serás. En las chicherías molerás maíz. «Qué lindo culo», te dirán, mi mamacita, señorita. Y los soldados del regimiento con sus espuelas te pisarán, te harán sangrar como ovejita. Chancro tendrás. 
Ay, mi Malika, Ay, mi Malika, y yo estaré cantando canciones lindas a un muñeco de totora sin corazón. 
Pero a ti te cantaré, sin que los sepas, mi señorita:


Muñeco lindo, muñeco lindo,
hazte vaquita, 
hazte vaquita de labios rojos.
Porque te quiero, porque te quiero
bebe mi llanto,
masco tu pelo, masco tu pelo
muñeco seco.

Muñeco lindo, muñeco lindo
sé vicuñita,
para ir contigo todas las tardes
por esos cerros,
y allí tumbarte hasta que caiga
lluvia de fuego.

Muñeco lindo, muñeco lindo
sé venadito,
para llevarte, para llevarte
cerca del lago,
y allí beberte los lindos ojos,
hasta que junte con mi saliva
la luz del lago.


Ay, mi Malika, mala no más serás. Puta te han de decir, oh señorita, oh mamacita, labios de cinta labrada. 
Ya no más mi paloma, la que conmigo lloraba: ya no más mi gorrioncito que se asustaba. Ya no será mi lorochay, mi lorochay con ojos de oro. Ya no jalaré tu cordoncito. Ya no tendré de tu fineza. Malika cruel. Ya no serás mi tordo lindo.
Triste no más he de seguir. Soltero no más seré.
Desde esta noche malditos estamos, Malika. Para nosotros, ya la tórtola no cantará, ni la yerba crecerá y aún por los caminos de la muerte iremos solos, llorando como quecllos asustados y sin podernos encontrar.
Ya para nunca, jamás nunca, Malika. 


Poema que pertenece al libro de Juan Gonzalo Rose, titulado «Las comarcas» (1964), posteriormente este libro fue reconvertido en «Las nuevas comarcas», realizada por el FCE el año 2002.

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