martes, 26 de julio de 2022

MILIDA CASTILLO: «Mujer raíz»





MUJER RAÍZ

Existe la mujer en el equilibrio de un niño
en la espuma obsidiana del lago

está señalando su luz libre y vertical
va alumbrando el techo, las esquinas
la inercia de la olla, el fondo del pan.

Está dispuesta a surcar
la vena nativa del Sapicani.

El gran teatro rural corea tu ser
ser mujer, ser madre
         
             espera la respiración del lago
marca el infinito fogón de tu vientre

el pañal verifica el dolor
duele la carne tiritante lejos del Sol
quizá cerca del Sol...
   
tanto que al amamantar a la guagua, al apu
al que será alcalde, poeta, cura o pescador
destinas el crecimiento de la carne 
de los músculos de esos ojos 
que nos darán su nombre
diminuto o grande.

Mandar, dominar con tus mamas al cielo
ese vuelo posee tu fuerza 
se distinguen tus alas

tus mamas reconcilian la inercia con el movimiento
no solo tomará una taza de existencia
si no tu leche fresca que da el movimiento
una     vida     dos   
                                toda 
                                          la humanidad.

Tienes Dios, tienes Raíz
ese Dios se parece a María Huanca
tiene sus músculos
en los que descansa su lógica

vida en secreto
carne de oro

hasta dar ser a la nada. 

Los andes aumentan en ti
allí crecen de pie los huesos
aprenden a caminar
suben y bajan
sin saber cuándo
ni cómo empezaron a gatear.

Tu lenguaje intuye el diálogo
no hay nada afuera que descubrir 
la primera palabra está muy adentro
gimotea en rondas de ancianos.

La eternidad altera las demás eternidades
reglamenta la totalidad de la vida
los árboles de las etnias crecen

semilla en el surco
niño en el vientre

la comunicación es cobriza 
y nuestra victoria es aymara.

El mundo de las alas erupciona tu sonrisa
va hasta allá para curar los órganos del sol
hasta enfriar su frente 
para que no se muera de soledad.

Eres necesaria en el sistema 
primario, vegetal y animal
llenas el espacio interestelar 
la ciudad, el extremo magnético del niño
las zonas olvidadas de la mesa y el mercado.

Alrededor de ti erosiona
la aspiración del cóndor
conviertes puñados de Sol 
                                           en quispiño.

Cuestionas el anochecer 
y recepcionas el despertar
ésta es tu alegría
cacareando en el patio.

La creación tiene tu cara 
y tu pensamiento
físicamente profundo 
hasta conformar un átomo en tu cuerpo
enseñando a salpicar la ciencia de los achachilas
en la pizarra de Saturno.

La hormiga recoge tu templo
carga el Huajsapata en sus espaldas
para no abandonarse en hambre 
tú estás arreando el Sol
de allí saldrá la patria
columpiándose en hombres libres.



PUEBLOS MUERTOS
(Lluxlla)

Hoy la catedral se ha abierto
los muertos están haciendo otro pueblo
han herido al dólar con un clavo rojo
y aún no mueren
porque los vivos están inermes
demolieron los sentidos
que los comen tres veces
y siguen comiendo más
porque los vivos no comen.

Anoche mismo 
alguien lloró una despedida
porque no alcanza la mesa
y le sudaban las sienes.

Pensándolo bien
éramos tantos tontos
sordomudos y cojos
mirándonos agonizar
todos los días
son los muertos los que piensan
los vivos solo aúllan.

Mañana
si los muertos hacen pueblo
todo será distinto.



LA CASA EN EL CENIT 

La casa en el cenit del universo 
con su penitente cabeza de paja
el duelo del mechero 
derrama una lágrima de fuego
el fogón hace clarear los sueños 
y el amor entre los hombres
enciende antorchas en el cielo

explosiona el dolor
explosionan los huesos

dentro de los corredores de la furia
por rutas diferentes se van pedazos de calma
flores y miradas se marchitan
en el tronco de la prueba.

La ausencia de un Dios
hace callar los gritos
del aire y los sentidos

abismos de fuego se abaten
dentro del cuarto
hasta juntar la palidez
en la piel de los meses.



UN PUEBLO ATARDECIENDO

La forma solitaria de tus calles:
un borbotón de chozas estancadas
me habla de los ribetes del cerro,
ese olor a cocinas acostadas en el dormitorio 
pone el comienzo del olvido abundante,
un mar de ropa encanecida 
rompe el sueño de la Juanita Quispe,
las viseras de los techos 
engrandeciendo a la lluvia
        
               la lluvia en su violencia  
se suicida al verdor de las plantas
al pie de las gallinas enfermas 
(dicen mucho de lo que no comen)

La humanidad en el tren de la noche
intenta retornar a la vida,
al incendio del día gimen los mercados despeinados, 
ya no tiene más vestido que el azul de su pollera,
frutas moribundas al peso insolente del sol,
la canasta repleta de aire carga agachadas calles
la cerveza muestra su cara alegre
y acá el viento bajando 
el sol a pedradas.



PERDER

He perdido un árbol,
he perdido un camino
se han ido de mis manos los ríos 
y he perdido todo
desde mis cabellos hasta mis venas
desde mi piel hasta mi sombra
he perdido lo que hubiera podido ser

             lo que soy     he perdido

hasta las ganas de estar al Sol
el Frío se ha ido de mis venas  

qué no he perdido que me falte perder

si la vida la busco en cada parte 
es porque también la he perdido.

Puedo perder una vez más
si en eso que pierdo
encuentro tu rostro y tu amistad 
no he perdido nada. 



Estos poemas fueron extraídos del libro "Mujer Raíz", editado por Jonathan de la Riva, Josué Paredes y Miguel Paredes Soto: "Promociones Tierra Adentro" (Arequipa, 2020), y señala que se trata de una publicación póstuma de la poeta. 

Homenaje a Milida de parte del programa "Tierra Adentro"


MILIDA CASTILLO VILLAGRA

Nació en Juli (Puno). Fue alumna de la primera promoción del Centro Educativo "María Asunción Galindo". Cursó estudios superiores en Arequipa y los culminó en Puno. Fue trabajadora social en temas de salud; también fue docente universitaria. Impulsó numerosos grupos de danza y junto a su esposo, Miguel Paredes, formaron el dúo de canto latinoamericano "Ríos Profundos", y condujeron el programa radial "Canciones de Tierra Adentro" , en radio Constelación. Falleció en Puno la mañana del 4 de agosto de 2009. 




Pintura: Tilsa Tsuchiya, "Ser mítico" (1971).
Foto: Miguel Paredes, Milida Castillo y Jonathan Stevens.