miércoles, 23 de noviembre de 2022

GAMALIEL CHURATA: «Hablo al poeta soberbio»





    A ti me dirijo, poeta soberbio, sabio orfebre, artífice de pirotecnias; no desprecies a los que tañen las zampoñas; no las manos torpes; paga con oro la rústica lengua del gañán. ¿Por qué miras mal, y des arriba, a los que tañen la zampoña? Ninguna de tus canciones tiene más belleza que el trémulo acento de la suya. ¿Por qué te recata la sabiduría de las manos toscas del trabajador que modela su barro; de aquel que rudamente labra su piedra ruda? Nada saben del secreto de las artes, y cuando animan barro o piedra les infunden lo que tienen: los temblores de su corazón. Mira, el prodigio: esas manos torpes no consiguen que su piedra o su barro hablen; mas logran algo sublime; que no callen el sentimiento de que obtienen la vida. Torpe es su expresión; pero esa torpeza nos hace llorar, pese a que no lo busca ni deseamos nosotros. Insúmete en tu alma y pregunta que ella lo sabe a qué lenguaje responden esas manos.

    Poeta: la palabra es humilde en tanto al hombre no le comunica la soberbia que ofusca. Que la tuya sea humilde a punto de ya no ser palabra; pues solo así será lo que la palabra es: sentimiento.
    
    Poeta, dime: ¿Conoces la gramática del Cherekheña? Me respondes que cómo, si el pobrecito no va a la escuela... Poeta: como si las escuelas hubiesen creado la gramática ¡La creó el Cherekheña! Ya ves, solo así, cuando canta, enternece al hombre, llena de alegría el aire que respira y hasta impone al rayo de luz el lay de su arpegio. Cómo no ser así; si la gramática de esa bestezuela es la gramática de la vida. 

    En todo hombre, poeta soberbio, hay auroras en el corazón; que en la Aurora de todos los días se manifiesta el corazón de la vida; y es precisamente en los hombres humildes que se entrega desnuda y fragante.

    Deja ya tu necia locura; y parte en la tuya la humildad de tu pueblo; que si el tuyo su latido, sus corajes tu aurora...

    Poeta: solo el sentimiento es sabio y fuerte.

lunes, 7 de noviembre de 2022

ALEXÁNDER HILASACA: «Testamentos negros de Babilonia»





LOS CAMINOS A BABILONIA

Hemos dejado tu virginidad
envuelta en un manto de dolor
para que las cálidas estaciones de mis manos
sean la bella ceremonia de los difuntos
que muren por nada.
Si apartamos las palabras cortadas por los riachuelos
un instante eterno se dibuja por las calles
por donde anduviste como loca
buscando los destellos de las cosechas.
Era así como la noche resucita en cometas
que van marcando la memoria de los bosques.
Como los topacios que llega a recostarse a tu cuerpo
también yo al igual que un pordiosero
he recostado mis castigos en tu ombligo
para sentir las ostras de la arena.
Es como lo habían predicho los pescadores:
Me he sentado bajo el sepulcro herido 
de las palomas que han picoteado
las congojas de los océanos.
Si queremos arder como un leño bajo tu vientre
tenemos que lanzar los peñascos al fogón
aunque todo sea inútil
volveré a desgarrar el labio
con el semen divino de la otredad
será una señal vibratoria de caer
bajo tus muslos como la sangre
que gotea de tu útero y así talvez
las palabras mueran en tus vellos
donde crecen enormes ortigas.
Por aquella época yo galopaba por tus vértebras 
con los ojos desalmados 
que se llenaban de llanuras y oasis prohibidos.
Este cuerpo maltrecho y mal parido 
arrinconó tus costillas y se sentó a un lado de tu orilla
con la duda de las hojas arrastradas por el viento.
Bebí los gemidos sangrientos eruditamente
y recompuse la esperanza de los santos
alarmando a los enemigos
que agitaban su hambre de venganza.
Deberían agradecerme los buitres 
porque yo ejecuté a los bosques
que crecían como una tormenta
en tus pulmones.
Pero las aves más angustiadas penetraron en tu carne
tan tibia y mojada hervías en los párpados del olvido.
En los años que han de venir
ya nadie escribirá estas cartas 
con que resucitan tus senos
y tal vez ya sea el momento 
de tatuar en las rocas este poema 
para que tus pezones abran las puertas del averno
y yo pueda beber todo el vino de Roma.



LAS MURALLAS DEL DESASTRE

He vuelto a renacer como los camaleones usureros
en esas viejas colinas donde los milagros
solo llegan después de muerto.
Amargado porque las amapolas extrañan tus manos
y yo he olvidado tus tetas de hiena.
He regresado al principio de estas palabras 
otra vez con el mismo oficio 
de vender libros en los bares para aquellos
que pronuncian mal tu nombre
porque era complejo de decir: Any.
Y todos salían huyendo como pericotes asustados
porque el espanto tenía las sílabas más agitadas
de tu apellido marginal
y solo eras la niña que se cortó el seno izquierdo
para alimentar a los mendigos que sueñan
con un plato de larvas.
Es la verdad y tú sabes que hemos hecho el amor
a plena luz del día
entre miles de homosexuales que aullaban
como putas viejas 
y un rayo partió nuestro amor.
Sea el sexo el vicio por los dioses y los hombres
carne putrefacta, placer perpetuo
que gusta del buitre de la iglesia y del ciego de la esquina.
Moriremos de sida, de cáncer, de sífilis, excepto de soledad
pero moriremos en un charco de semen 
agonizando entre tus escotes y tus polleras sensuales
con el corazón embriagado repitiendo:
Dios es una palabra de barro
que se deshace entre tus muslos.
La mañana paría una tumba donde los gatos
iban a morir en procesión
y todos mis amores se iban pudriendo igual
que las heces de un perro.
Salí de los cuchitriles siguiendo tus pasos chamuscados
tus cabellos arrojados al viento
tus estrellas más benditas que yo he degollado
bajo los puentes
porque eras la más zorra entre las monjas del monasterio
de Nuestra Señora del Carmen.
Por eso hui con Magdalena a los acantilados
donde crecen los eucaliptos 
más dulce de la vida.



NÓMADES

Escribo naufragando en tu cuerpo 
en las ruinas miserables de la vida
en el fauno silente de las tumbas
mirando tu negro universo
hurgando las palabras, las sinfonías y los verbos que invento
en esas aguas embriagadas por tu alma.
Como un cuervo enfermo llego a cada instante
en que repites los arroyos
que se extienden por tus venas y ya no estás aquí
con estos lagartos heridos
con quienes te drogabas fumando yerba 
e inhalando terokal
en esos cerros espinosos, tristes y desnudos
en los parques abandonados donde
solo las palomas enviudan.
Te has marchado con esos poetas pornógrafos que amabas
con los profetas malnacidos que vaticinaron el apocalipsis
y dejaste a estos villanos amantes del trago y del rock.
Aturdidos por las guitarras sombrías de las pesadillas
hemos corrido tras de ti siguiendo los aromas de tu pubis
como si fuesen begonias púrpuras.
Algo así le sucedió a Herny Miller quien embobado
por las caderas de Anais Nin dejó la vida a un costado
y se puso a escribir
reventando sus sesos contra el papel blanco
y era la nada un poema que hacía llorar
a los cocodrilos y leones de circo.
Sabes de lo que hablo, hablo de los hombres moribundos
con hocicos partidos, de los enamorados
que llevan un tajo abierto en el pecho
de los maricas que lloran absurdamente 
en los olivares de Carlos y Gaby
dos lombrices que han comido el lamento de los lagos
dos estampitas que los peces llevan en sus aletas.
Ya ves, son estos milagros, los que tu aliento ha salvado.
Entonces por qué nos dejas en los suburbios de siempre
sea talvez como dice tu padre:
¡Qué inmaduros!
Magdalena, ya estás bailando en otra cama 
y yo estoy como la primera vez 
escribiendo en las combis
en el baño y en los paraderos
mientras el resto duerme en su vagancia
voy juntando las lágrimas de un amor
contra incendios
que nunca pudo apagar el fuego
que brotaba de tus piernas.



ÁLZATE Y ABRE TU SUEÑO IMPÚDICO


Para Leo Cáceres, en los suburbios de este corazón perdido


Mírame conteniendo las palabras puñeteras
de tu caótico canto
de tus sueños hiperbólicos
que arrancan el fuego de los desquiciados.
¿Qué astro desorbitado se apaga en tus ojos fumados?
¿En qué barracones has caminado ladrando
olas de naufragio?
Asó será ese desgraciado amor al cual 
le saqué las escamas y el pellejo.
Por esos días tú fumabas como Bob Marley
en los jirones solemnes de ese pueblito
arrancado por la soledad de los caballos
y le quitaste el alma a los cerros y los cauces a los días
y eras una mierda ante las gatas que lamían tus pendejos
¿Por qué te cortaste los testículos y te culeaste a esas putitas
que escribían poesía y juraban ser feministas radicales?
¡Al carajo ese amor!
Ella no supo arrancar las hojas que crecen 
en mis huesos resplandecientes.
Un día de estos tú llegarás 
meando el alma de los poetas
entrarás por las puertas del infierno
bailando sobre los féretros
esas cumbias chacaloneras que hablan
de los imbéciles que siguen creyendo 
en el amor o tal vez sigas saltando como babuino
y copiando los pasos de Jim Morrison
—ese lagarto perezoso
pues todo lo que digas 
será un grito vil para los ríos.
Te nombró aquí sobre los muslo de mi mujer
quien te odia con la boca y las piedras de su corazón.
Aunque sea la última vez que nos joda 
volveremos a encontrarnos en los nidos
quemados de la historia
en esas discotecas donde dejaste tus palabras
y tus vergüenzas 
en las comisarías donde te bajaste el pantalón
y te tiraste un troncho.
Al amanecer el silencio dejará de rezar por nosotros
y cada quién irá apagándose 
al igual que los luceros del horizonte.
Y te advierto que los muertos te extrañarán
poniendo sus quejidos en tu cuello.



LOS ESTUARIOS DE CENIZA


Para Rubén Soto, hacedor de vaginas


Litorales de polen
surcos de semen
campos de bramidos
cuando el tiempo sea piedra y en las médulas
los rumores de los cernícalos tiemblen
tú, autor de los gemidos
fogón de las mañanas
potro de las centellas
te alzarás como un zorro bajo una luna encinta
y lanzarás tus espermas a las bragas esféricas del cielo
solo así los rayos, las blasfemias, los manzanos
volverán a las cenizas del océano.
Nadie poblará este cuerpo: Ni el grito de los imanes
ni el cadáver de los sueños
ni la historia de los cuchillos que se clavan en la floresta.
Porque cuando arrastraste tu nombre junto a los responsos
los accidentes eran cataratas de tragedia 
por eso la lentitud crece en tu falo como una tarde
que se echa en las piernas de Magdalena
cuyo olor petrificado 
era jadeante hasta en la lengua de las culebras. 



Estos poemas fueron extraídos del libro Testamentos negros de Babilonia, del prolífico poeta puneño Alexánder Hilasaca. Fue editado en enero del año 2017 por Rupestre Ediciones en la ciudad del lago, con un gran éxito de ventas y buena acogida de parte de los ávidos lectores. 

Al respecto del libro, escribe la poeta ayacuchana Lisset Orihuela:

"Las reverberaciones a través de los versos de Alexánder Hilasaca en Testamentos negros de Babilonia son un reflejo casi visceral de una pregunta que se responde a través de nombres como Magdalena, la muerte y Dios mismo. Versos como: /escribo sobre la divinidad de las montañas / que muere en tu útero/ reflejan delicadamente su inquietud y sutil ira. Sus versos desembocan en un lenguaje propio y cultivado entre el dolor de vivir y afrontar imágenes cargadas de carnalidad, versa el autor: /Y tú que palpitabas de puntillas / mientras yo subía por las escaleras de tus muslos tratando de sacarte / del abismo de tu vida/, o: /Amor, hemos aborrecido el sueño de los cerezos porque el gran mérito / fue revelarnos e incendiar el paraíso/, conciben una postura de inconformidad ante lo monótono. Sin embargo, todo ello no está muy lejos de la vivencia cotidiana de cada ser que habita en este espacio y tiempo, sintiendo, al autor, cómo relega hacia términos casi universales que nos relacionan con un pasado que aún arrastramos. Hilasaca compara las vivencias del día a día con personajes y evocaciones a situaciones que mal o bien confrontamos en mayor o en menor cantidad. Este libro escrito, a veces con largo aliento, permite constantes elucubraciones. Alexánder nos amenaza con sus versos: /¿Dónde escupí mis verdades) / sino en tus senos que han sido las frutas más dulces / que he comido en la tierra. / Malditos seamos entonces/, llenando de mucha fuerza vital este libro.


Ilustración: Santiago Caruso para el libro "La condesa sangrienta" de Alejandra Pizarnik.