miércoles, 26 de agosto de 2020

YENI MAMANI: «La muerte es un extraño vocabulario»





POEMA XIX 

“La muerte estaba en ella, 
y ella lo sabía y ya la acataba” 

Simone de Beauvoir 



¿Qué es la muerte?

Es el pacto concretado con la parca, 
la escena perfecta por fin ejecutada,
es la crisis de cuerpos pendientes de alguna siniestra toma,
es la canción infinita que los caminantes han dejado de seguir, 
son los latidos cortos de una mariposa sin capullo. 

¿Qué es la muerte?

La muerte es jugar a ser buenos, 
con nuestras almas mutiladas,
es la sensación que se desprende del cuerpo al vacío.

Pero, ¿qué es la muerte hoy? 

Hoy la muerte es escuchar 
el aullido de los perros en los páramos bajos,
es volver la mirada a un pasado ausente
es reír las melodías de carnavales desechos, 
de sentir el cuerpo de gitanos en la esquina de una calle moribunda.
 
Es quitarse los reposos aislados 
para llevar la miseria en el estómago, 
es la figura coqueta de la parca 
danzando con nuestra última morada 
en cualquier jirón del cementerio.

¿Qué es la muerte?

Son los suicidios desdichados de dios sin gloria 
en una moraleja no aprendida.
La muerte hoy 
es oír el ulular de los diarios 
que no remiendan las extremidades de un retazo, 
la muerte es un extraño vocabulario que ha olvidado el vivir.



POEMA XXV

Somos como las tropas de un reparto teatral, 
simulando un ensayo infernal de primaveras sin retorno. 
Nos hemos fumado la última melancolía 
en un vaso de desesperación. 
Hoy pueden no ser reales los martes que nos hacen delirar 
porque nuestros conjuros no son más que 
vulgares símbolos matemáticos o religiosos 
buscando que puedan adoptar 
los desiertos de nuestras confesiones.

Hoy no es ese martes en el que el purgatorio se disfraza de fiesta, 
hoy es un martes de reposo cabalgando 
en el rechinar de las campanas 
siendo infieles a los principios evangélicos 
haciéndonos demonios ante los castigos cristianos 
y nos habremos condenado en la debilidad de la carne.



25 INTENTOS

«A veces el destino se parece 
a una pequeña tempestad de arena 
que cambia de dirección sin cesar»

Haruki Murakami 


Es cierto, que todos los días son mis eternos infiernos, 
porque no hay agostos que reinventen mis últimas guerras ganadas.
Críticamente padezco este cuerpo ya hace 25 años.

Hoy son 25 intentos frustrados de olvidar teorías, 
de entablar conexiones con la poesía, 
para que mi verbo sea útil al mencionar el abecedario de tu nombre, 
es cierto que los girasoles solo son desiertos 
quizá más extensos que el Sahara, 
o como cualquier extraño país 
al que deseo llegar cual Alicia busca su mundo de cabeza, 
o simplemente una promesa de la extraña consecuencia 
que dejaste al marcharte, pero es cierto 
te has marchado cual hombrecillo 
orgulloso de ser un extraño clavel entre las espinas. 

Es cierto que a mis 25 años me he evaporado cuanto he podido 
lamentando la muerte de primaveras 
o intentado soñar nuevamente 
mis estúpidas conversaciones con la muerte, 
velando mis huesos 
en cualquier símbolo nocturno entre el día y la noche. 

Hoy son 25 intentos frustrados 
de un cuerpo moribundo, 
que le llora a los muertos, 
a los perros que anuncian la muerte.


YENI MARISOL MAMANI MACHACA 
(Huancané, 1992) 

Estudió Lengua y Literatura en la Universidad Nacional del Altiplano. Actualmente se desempeña como docente y forma parte del Colectivo de poesía «Orbituario-Puno». Parcialmente vive para no cumplir su pacto con la parca.

lunes, 24 de agosto de 2020

LEOPOLDO MARÍA PANERO: «Poesía post 2000»


 
[ DE "TEORÍA DEL MIEDO" (2000) ]

 

El poema desafía la vida

que es sólo un monstruo acechando en lo oscuro,

o un falo aspando en la noche

sola diosa ante la que me arrodillo

buscando como un pez invertido

sobre la página el secreto de la nada.

 

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Mi nombre es sólo muerte

mi nombre es locura

locura peor que la muerte

clavel en la nada, tumba

Abel Garmín saliendo de mis huesos

firmamento azul del kif y la granada

en donde esculpo el símbolo de la nada

y veo hablar sólo al sapo

oh poema cruel, lector cruel

hipócrita lector, mi semejante, mi hermano

hendidura de la mano

amiga sólo de la nada

que a la realidad saquea

o bords siciliens d'un calme marécage

qu'à l'envi de soleils ma vanité saccage

oh el poema que destruye y corroe

y asesina a la cosa

poema de la cosa que no tiene piedad con

     la cruda realidad

y que pide limosna aún a la realidad.

 

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Muerto con muerto,

gozándose en la sombra

mientras vuela el león

y el águila contradice el poema

al que muerden las ratas sin piedad.

 

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[DE "LOS SEÑORES DEL ALMA" (2002)]

 


SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO

 

Oh tú, pálida vejez del poema

pálida hermosura del tiempo

oh tú que fuiste Alceo,

y rostro dorado de la ruina

amenaza constante

de ser contra el espejo

de ser contra la vida,

contra el abyecto secreto

del tiempo. Y será mañana el hambre

el deseo del tiempo

para morir tan sólo

lejos del excremento.

 

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ALBERTINE DEL POEMA

 

La flor que se desnuda en el viento

la flor que ríe y el pájaro que llora

(Verlaine lo dijo)

y Proust escribía siempre de noche

mientras caían, como lluvia de ceniza

los pájaros en su alma que temblaba

como una flor ante el insulto,

como una herida en los ojos

como la perfección de la ceniza.

 

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[ DE "DANZA DE LA MUERTE" (2004) ]

 


Ah, sabor de la vejez, única desdicha

que nos sitúa en la cercanía de la muerte

dictándole poemas al recuerdo

dedicándole mi vida a la memoria

atroz de ser yo, ya sin pasado

ni futuro, porque el futuro

también huele mal, como el recuerdo

que desafía a la vida

y, como el Séptimo Sello

juega sobre el papel con la muerte.

 

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                                                            «Todo poema corre el riesgo de carecer de sentido

                                                            y no sería nada sin ese riesgo».

                                                                                                                            

DERRIDA

 


La vida, es sólo un riesgo

un riesgo de morir, sólo un deseo

permanente de morir, frente a la cosa

desnuda como un ojo, como pez, al que la muerte

llamo «vida»

frente al sol que nos espía, vida

por el sol vencida, por la nada

o lo que es menos que la nada,

Basílides dijera, porque el poema

es el único ser, al que se abrazan

temblorosos los hombres, imprecando contra

el ser, y contra la desgracia

único ser sin final, que cualquier día nos acecha

Drácula, Vlad Drákula, que tiene

por señor a la sangre, a la sangre feroz del poema

en que el estiércol

dora su sinfonía, y la vida

se suspende como un rito

como el ritual del neurótico obsesivo

que es el rito de vivir, y de escribir

como una página en pie contra la vida

serpiente que palidece como el recuerdo y la visión

ante un electroshock

para que otra vez el silencio surja, como la muerte

y el horror de ser tú, de nombrar

frente a la nieve la palabra «tú»,

la palabra indecible, la palabra oscura

del ser y la nada, y el misterio

de la palabra «tú», mientras los hombres hablan

del secreto oscuro del ser y de la nada

y del terror de ser, y de escupir a la bestia

oscura de la vida, oscura de ser alguien

frente al ser vil que mañana me rodeará otra vez.

 

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[ DE "ESQUIZOFRÉNICAS" (2004) ]

 


El poema es el único suspuesto de que yo existo

la única garantía de mi ser:

el único rezo por que el no ser no sea como el ser.

 

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[ DE "MI LENGUA MATA" (2008) ]

 


XII

 

Vivir es un trabajo mal pagado

Una escena en la sombra, un mundo al revés

Una lágrima que no es lágrima, un mundo que no dijo nada

Un difícil saber, un saber de la nada

«Una cantinela, un opus, una cita»

Deleuze lo dijo citando a Guattari

La escritura no es sino cansancio de vivir

Porque «toda conciencia posible de la vida

Es conciencia del mal de la vida», Hegel lo dijo

Cuando ya no es el poema, sino la niebla horadando el verso

La niebla que cae como una lágrima

Horadando el verso, sobre el verso.

 

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XXIX

 

La batalla perdida de la vida

Nos enseña a mentir cuando la tarde es pura

Y sobre el barranco vuela una paloma

Como dije yo en otra ocasión

Y la carne es triste y llora una paloma

Y, como alguien dijo: he leído todos los libros

Y en ninguno decía que la tarde era pura

Oh colegial del silencio

Enséñame a escribir de nuevo

A volar sobre la mano que escribe

Y escribe aún un terco poema

Nacido de la sangre y del vino de la vida

Porque la vida es una enfermedad incurable

Y sólo escribir nos salva de ella.

Y lloro porque no hay lágrimas

Y lloro porque no lloro.

 

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XXXI

 

La escritura es una flor vencida

Sobre el papel que despide mal olor

Sobre el papel hediondo que nos cura

Con su mal olor

«Y los tranvías lejanos me ayudan la tristura»

Como Borges dijo.

Oh tú, vida hedionda

«República de viento

Que tiene por monarca un accidente»

Bocángel lo dijo para alimentar la tristura.

Oh silencio en la mano que ofrezco a la nada

Oh nada que avanza como un reptil

Sobre el papel

Y que desaparece en lo negro

Donde todos se van

Eliot lo dijo

«Todos van a lo negro»

Y la mano del elefante acaricia al poema

Hecho sólo de marfil y de carne humana

Oh silencio que gime en lo más profundo del miedo

«La vida es sólo miedo a morir».

 

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[ DE "GÓLEM" (2008) ]

 

Qué es un flor solo lo sabe la flor

a la que nombra en vano mi saliva

mi saliva impura que una flor corona

llena de moscas como para rezar

para adornar tan solo al dios de las moscas

al dios de la corona de excremento

al dios imperfecto y corcovado

que las moscas adoran llamándolo Vulcano

siendo el poema su fragua como un martillo en vano

y ahora en la calle como a Stirner me picará una mosca

venciéndome.

 

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¡Ah! El terror de que nada esté escrito

de que sea la Nada el único emperador

que el ser sea el fin del perecer

el único emperador es el emperador helado

Wallace Stevens dixit

El terrible momento de no tener ya nada en qué pensar

de no ser más que un juego de Strindberg

que en mi corazón veas la danza macabra

y que haya espectros en mi cabeza y llueva sobre mi cráneo

y sea la página una lluvia que nunca ha de escampar

y para maldecir a los hombres aquí sobre el papel

sobre el papel en ruinas donde danza un espectro

lamiendo las costras de mi tumba

orinando sobre los fantasmas

y pidiendo perdón a la nada

en donde aún ladra el poema

y reverdece mi piel

asida al llanto

cruel de la sombra

¡Ah! Teatro de la crueldad

rostro en penumbra

asido a las columnas de la sombra

asido al templo de la ruindad

y a la risa en tinieblas de la muerte

¡Oh! Tu cuchillo

que danza sobre el estómago del grillo

y si no aquí esperar como un sapo

a los corceles de la muerte y del grito.

 





LEOPOLDO MARÍA PANERO

(1948 - 2014)


Poeta, narrador y ensayista español nacido en Madrid en 1948. Hijo del poeta Leopoldo Panero y hermano de Juan Luis Panero, también poeta, mostró desde muy pequeño su interés por la poesía. A los dieciséis años, fascinado por la izquierda radical, ingresó al entonces prohibido Partido Comunista, cuya militancia le valió su primera estancia en prisión. Inició su carrera como poeta de la mano del maestro Pere Gimferrer; sin embargo, su vida fue trastornada por el alcoholismo, la depresión y dos intentos de suicidio antes de cumplir los veintiún años. La esquizofrenia lo mantiene internado por voluntad propia en un pabellón psiquiátrico, donde mantiene vivo su interés por la literatura. Autor de una importante obra, es considerado como uno de los poetas más importantes de España. Su primer libro, «Por el camino de Swan» en 1968, fue el inicio de una cadena de publicaciones, entre las que vale la pena destacar «Así se fundó Carnaby Street» 1970, «En Teoría» 1973, «Narciso en el acorde último de las flautas» 1979,«Dioscuros» 1982, «Poemas del manicomio de Mondragón» 1987 y «Heroína y otros poemas» 1992. 

domingo, 23 de agosto de 2020

PACHA J. WILLKA: «Wayrita»





LEVE Y FUGAZ

«De la rocas brota el agua
de los árboles el viento»

Cantar andino


De la sonrisa del mundo / sí
de sus generosos labios
de los árboles / de los altos follajes 
de la piedra filuda de las montañas / del ópalo
en el solticio de la mitad del siglo
nació Wayra / leve y fugaz.

El globo dorado al Sol / enorme bloque
girando / girando sobre sí y en redondel
desgajó su tímido atuendo nuboso
en sigiloso movimiento de oxígeno
desde la fresca y divina clorofila
hasta el deshielo de las cumbres astrales
creando calentura en las masas de aire
la brisa / los temporales
y los huracanes que con su fuerza arrasan.

De la sonrisa del mundo / sí
de su alegría
de los cipreses / de los altos pinos
nació Wayra para amar y volar.

Dulce viento de los Andes
aura inquieta y núbil / acunada en oro
princesita incaica tan preciosamente bella
linda y volátil / nieta mimada / fino olfato
géminis / gemela / ambigua y doble
soñadora / buscadora de la verdad
madre de lágrimas vedadas 
la misma-la otra / anversada-duplicada
Wayra / leve y fugaz / caprichosa y cómoda.

Nació con los primeros rayos de luz 
de los generosos labios del mundo
y su amor fue guardado dentro de una rosa
y su pureza abrillantada en un diamante.

Wayra / leve y fugaz / linda volátil
tan preciosamente bella.


WAYRA Y PUMA

Wayra / inmaterial y ubicua
prístina / evolutiva
iba y venía por mares y continentes
subía hasta los lejanos planetas
discurría por pueblos y montañas
con sus envolventes alas de cristal
siguiendo la huella de los signos.

Un día sopló más allá del pasado
lejos / hasta el futuro
lavó las ojotas de los apus / respiró el porvenir
y con sus dos hijas hermosas como el amor
muchas hebras tejió buscando el kishu
con la ilusión de ir a vivir juntas allá.

Y oró con Pachakamak
y dijo «pax» y en su bella figura
corrió la savia de Wirakucha.

Una noche / antes que revivan los cometas
en presencia del fuego y la sonrisa
Wayra halló en el Bosque a Puma
con la zarpa envolviendo a su cachorro...
Su tenue mano se posó sobre su alma
él ingresó en ella: ella se estremeció
brilló la luz al interior de sus almas
y / encamotados / en conexión de miradas
ambos volaron y volaron
desde la constelación de sus sueños
hasta la comarca de los hombres-ave
en la festividad de la Pachamama.

Al regresar en compañía de alqamaris
navegaron sobre el amor hacia las estrellas
bucearon el lago y saltaron la selva
atravesaron las nieves y los lenguajes
descendieron hasta el río hablador
se detuvieron en el puente de los suspiros
y en Chuquiapu proclamaron su Amor
ante la gracia de la niña más bella del cosmos.


TEMPLANZA Y ESTRELLA

Antes que el Dios de la Vida
transforme al felino en nube
y viaje en brazos del viento
la suerte del tarot brotó encima de la vida
para indagar destinos:
«¡Mira la estrella / buena estrella
hermana del sol y de la luna
es el destino que alumbra el mundo.

El gobernante pacta con el religioso
la primera dama vislumbra con la adivina
¡todos ansían tener buena estrella!

El ermitaño medita / el mago inventa
éste quisiera ser tan sabio como aquél
aquél quisiera ser tan hábil como éste
para encontrar la buena estrella.

En el cadalso o en la mazmorra
al colgado-condenado
le han arrebatado su estrella
y en el fondo de la oscuridad
el loco se ha perdido a sí mismo.

Tres acciones alcanzan la estrella:
el deseo de los amantes 
la justicia / la fuerza
y otras tres que lo impiden:
el poder subido al carro
la fortuna y la maldad diabólica.

Pero además de la buena estrella 
es imprescindible la templanza
para enfrentarse a la destrucción
a la muerte y al juicio final.

¡No hay estrella sin templanza!
pero...
¡todas las figuras cayeron invertidas!

El poderoso nervio se fue derritiendo
en transparencia / difuminándose:
entonces el felino se convirtió en nube 
Wayra lo tomó en sus suaves brazos 
y besándolo tiernamente 
se lo llevó a recorrer el mundo.


TU BOCA SOY YO

«Wayrita
tu boca sabe a mar
             unas veces mansa y glotona
como un perro wawito
              y otras tempestuosa y flamígera
como orquídea de fuego.

Cuando la marea sube 
es miel que asciende por nuestro espíritu
—entonces—
llenos de luz 
nos alumbramos en dicha.

Tu boca —fuente de vida—
            —enciclopedia preciosa—
                 —goce de placer—
me accede al misterio más hermético.

Cuando nado sobre el nocturno mar 
hasta alcanzar la luna de manjar
la pongo de almohada bajo tu cintura
para seguir el viaje a las estrellas...

Mar manso u orquídea flamígera
tu boca recibe mi ser con éxtasis...
¡tu boca soy yo!».


VIAJE AL INTERIOR DE LA ESTRELLA

Como dos astros adolescentes 
Wayrita y Puma se disolvieron en la luz
amándose... amándose...
dessde la estrella y en medio de la estrella.

Y la luz era un árbol de bondad 
del cual caían frutas carnosas
para las millones de boquitas hambrientas
y la luz también era un libro de inteligencia 
cuya cultura era leída por miles de ojitos
y asimismo la luz era un lazo de amor
que unía a todos los seres de la tierra...

Ahora
ya en las altas regiones de la paz
vuelan juntos... ¡para siempre...!

Allá 
donde no existe el infortunio
más allá de la vida-muerte
¡solos los dos!

Y terrátiles / volátiles / acuátiles 
celebran la aparición 
de una nueva especie de seres de luz.




PACHA J. WILLKA
(Puno, 1957)

Alberto Cáceres Gómez. Escritor y artista. Licenciado en Educación por la UNA. Regidor de la Municipalidad Provincial de Puno (1984 - 1986) y Director Regional de Cultura de la Región «José Carlos Mariategui». Jefe de redacción de «Los Andes». Productor de radio y TV. Editor de libros y revistas. Gerente de Collas Creadores. Integró la APAFIT y la ANEA-Puno. Ganó el Primer Premio Departamental de Poesía convocado por el Instituto de Cultura Andina, dirigido por Ernesto More y Augusto Ramos Zambrano. Fundó el grupo artístico «Quaternario» y la agrupación teatral «Yatiri». Presidió la Casa del Poeta (Puno). Con Boris Espezúa condujo el Taller de Poesía «Oquendo de Amat». Ha publicado en poesía: «Invenciones» (1988), «Luz de lluvia» (1999) y «Wayrita» (2004). Y en narrativa: «La máquina de gobernar» (2007) y «La tarea del cóndor» (2018). Reside desde hace muchos años entre España y Francia. 

sábado, 22 de agosto de 2020

Martha Isabel Moia entrevista a Alejandra Pizarnik




M.I.M. ‑ Hay, en tus poemas, términos que considero emblemáticos y que contribuyen a conformar tus poemas como dominios solitarios e ilícitos como las pasiones de la infancia, como el poema, como el amor, como la muerte. ¿Coincidís conmigo en que términos como jardín, bosque, palabra, silencio, errancia, viento, desgarradura y noche, son, a la vez, signos y emblemas?


 A.P. ‑ Creo que en mis poemas hay palabras que reitero sin cesar, sin tregua, sin piedad: las de la infancia, las de los miedos, las de la muerte, las de la noche de los cuerpos; 0, más exactamente, los términos que designas en tu pregunta serían signos y emblemas.

 

M.I.M. ‑ Empecemos por entrar, pues, en los espacios más gratos: el jardín y el bosque.

 

A.P. ‑ Una de las frases que más me obsesiona la dice la pequeña Alice en el país de las maravillas: «Sólo vine a ver el jardín». Para Alice y para mí, el jardín sería el lugar de la cita o, dicho con las palabras de Mircea Eliade, el centro del mundo. Lo cual me sugiere esta frase: El jardín es verde en el cerebro. Frase mía que me conduce a otra siguiente de Georges Bachelard, que espero recordar fielmente: El jardín del recuerdo‑sueño, perdido en un más allá del pasado verdadero.

 

M.I.M. ‑ En cuanto a tu bosque, se aparece como sinónimo de silencio. Mas yo siento otros significados. Por ejemplo, tu bosque podría ser una alusión a lo prohibido, a lo oculto.

 

A.P. ‑ ¿Por qué no? Pero también sugeriría la infancia, el cuerpo, la noche.

 

 M.I.M. ‑ ¿Entraste alguna vez en el jardín?

 

A.P. ‑ Proust, al analizar los deseos, dice que los deseos no quieren analizarse sino satisfacerse, esto es: no quiero hablar del jardín, quiero verlo. Claro es que lo que digo no deja de ser pueril, pues en esta vida nunca hacemos lo que queremos. Lo cual es un motivo más para querer ver el jardín, aun si es imposible, sobre todo si es imposible.

 

M.I.M. ‑ Mientras contestabas a mi pregunta, tu voz en mi memoria me dijo desde un poema tuyo: mi oficio es conjurar y exorcizar.*

 

A.P. ‑ Entre otras cosas, escribo para que no suceda lo que temo; para que lo que me hiere no sea; para alejar al Malo (cf. Kafka). Se ha dicho que el poeta es el gran terapeuta. En este sentido, el quehacer poético implicaría exorcizar, conjurar y, además, reparar. Escribir un poema es reparar la herida fundamental, la desgarradura. Porque todos estamos heridos.

 

M.I.M. ‑ Entre las variadas metáforas con las que configuras esta herida fundamental recuerdo, por la impresión que me causó, la que en un poema temprano te hace preguntar por la bestia caída de pasmo que se arrastra por mi sangre.* Y creo, casi con certeza, que el viento es uno de los principales autores de la herida, ya que a veces se aparece en tus escritos como el gran lastimador.*

 

A.P. ‑ Tengo amor por el viento aun si, precisamente, mi imaginación suele darle formas y colores feroces. Embestida por el viento, voy por el bosque, me alejo en busca del jardín.

 

M.I.M. ‑ ¿En la noche?

 

A.P. ‑ Poco sé de la noche pero a ella me uno. Lo dije en un poema: Toda la noche hago la noche. Toda la noche escribo. Palabra por palabra yo escribo la noche.*

 

M.I.M. ‑ En un poema de adolescencia también te unís al silencio.

 

A.P. ‑ El silencio: única tentación y la más alta promesa. Pero siento que el inagotable murmullo nunca cesa de manar (Que bien sé yo do mana la fuente del lenguaje errante). Por eso me atrevo a decir que no sé si el silencio existe.

 

M.I.M. ‑ En una suerte de contrapunto con tu yo que se une a la noche y aquel que se une al silencio, veo a «la extranjera»; «la silenciosa en el desierto»; «la pequeña viajera»; «mi emigrante de sí»; la que «quería entrar en el teclado para entrar adentro de la música para tener una patria». Son estas, tus otras voces, las que hablan de tu vocación de errancia, la para mí tu verdadera vocación, dicho a tu manera.

 

A.P. ‑ Pienso en una frase de Trakl: Es el hombre un extraño en la tierra. Creo que, de todos, el poeta es el más extranjero. Creo que la única morada posible para el poeta es la palabra.

 

M.I.M. ‑ Hay un miedo tuyo que pone en peligro esa morada: el no saber nombrar lo que no existe.* Es entonces cuando te ocultás del lenguaje.

 

A.P. ‑ Con una ambigüedad que quiero aclarar: me oculto del lenguaje dentro del lenguaje. Cuando incluso la nada tiene un nombre, parece menos hostil. Sin embargo, existe en mí una sospecha de que lo esencial es indecible.

 

M.I.M. ‑ ¿Es por esto que buscas figuras que se aparecen vivientes por obra de un lenguaje activo que las aluden?*

 

A.P. ‑ Siento que los signos, las palabras, insinúan, hacen alusión. Este modo complejo de sentir el lenguaje me induce a creer que el lenguaje no puede expresar la realidad; que solamente podemos hablar de lo obvio. De allí mis deseos de hacer poemas terriblemente exactos a pesar de mi surrealismo innato y de trabajar con elementos de las sombras interiores. Es esto lo que ha caracterizado a mis poemas.

 

M.I.M. ‑ Sin embargo, ahora ya no buscas esa exactitud.

 

A.P. ‑ Es cierto; busco que el poema se escriba como quiera escribirse. Pero prefiero no hablar del ahora porque aún está poco escrito.

 

M.I.M. ‑ ¡A pesar de lo mucho que escribís!

 

A.P. ‑ …

 

M.I.M. ‑ El no saber nombrar* se relaciona con la preocupación por encontrar alguna frase enteramente tuya.* Tu libro Los trabajos y las noches es una respuesta significativa, ya que en él son tus voces las que hablan.

 

A.P. ‑ Trabajé arduamente en esos poemas y debo decir que al configurarlos me configuré yo, y cambié. Tenía dentro de mí un ideal de poema y logré realizarlo. Sé que no me parezco a nadie (esto es una fatalidad). Ese libro me dio la felicidad de encontrar la libertad en la escritura. Fui libre, fui dueña de hacerme una forma como yo quería.

 

M.I.M. ‑ Con estos miedos coexiste el de las palabras que regresan.* ¿Cuáles son?

 

A.P. ‑ Es la memoria. Me sucede asistir al cortejo de las palabras que se precipitan, y me siento espectadora inerte e inerme.

 

M.I.M. ‑ Vislumbro que el espejo, la otra orilla, la zona prohibida y su olvido, disponen en tu obra el miedo de ser dos,* que escapa a los límites del döppelganger para incluir a todas las que fuiste.

 

A.P. ‑ Decís bien, es el miedo a todas las que en mí contienden. Hay un poema de Michaux que dice: Je suis; je parle á qui je fus et qui‑je‑fus me parlent. ( … ) On n’est pas seul dans sa peau.

 

M.I.M. ‑ ¿Se manifiesta en algún momento especial?

 

A.P. ‑ Cuando «la hija de mi voz» me traiciona.

 

M.I.M. ‑ Según un poema tuyo, tu amor más hermoso fue el amor por los espejos. ¿A quién ves en ellos?

 

A.P. ‑ A la otra que soy. (En verdad, tengo cierto miedo de los espejos.) En algunas ocasiones nos reunimos. Casi siempre sucede cuando escribo.

 

M.I.M. ‑ Una noche en el circo recobraste un lenguaje perdido en el momento que los jinetes con antorchas en la mano galopaban en ronda feroz sobre corceles negros.* ¿Qué es ese algo semejante a los sonidos calientes para mi corazón de los cascos contra las arenas?*

 

A.P. ‑ Es el lenguaje no encontrado y que me gustaría encontrar.

 

M.I.M. ‑ ¿Acaso lo encontraste en la pintura?

 

A.P. ‑ Me gusta pintar porque en la pintura encuentro la oportunidad de aludir en silencio a las imágenes de las sombras interiores. Además, me atrae la falta de mitomanía del lenguaje de la pintura. Trabajar con las palabras o, más específicamente, buscar mis palabras, implica una tensión que no existe al pintar.

 

M.I.M. ‑ ¿Cuál es la razón de tu preferencia por «la gitana dormida» de Rousseau?

 

A.P. ‑ Es el equivalente del lenguaje de los caballos en el circo. Yo quisiera llegar a escribir algo semejante a «la gitana» del Aduanero porque hay silencio y, a la vez, alusión a cosas graves y luminosas. También me conmueve singularmente la obra de Bosch, Klee, Ernst.

 

M.I.M. ‑ Por último, te pregunto si alguna vez te formulaste la pregunta que se plantea Octavio Paz en el prólogo de El arco y la lira: ¿no sería mejor transformar la vida en poesía que hacer poesía con la vida?

 

A.P. ‑ Respondo desde uno de mis últimos poemas: Ojalá pudiera vivir solamente en éxtasis haciendo el cuerpo del poema con mi cuerpo, rescatando cada frase con mis días y con mis semanas, infundiéndole al poema mi soplo a medida que cada letra de cada palabra haya sido sacrificada en las ceremonias del vivir*.

Entrevista publicada en la revista El deseo de la palabra, Ocnos, Barcelona, 1972.

* Todos los asteriscos que aparecen hasta el final del texto hacen referencia a poemas de Alejandra Pizarnik.



Olga Orozco y Alejandra Pizarnik en París
Alejandra Pizarnik y Olga Orozco en París

martes, 18 de agosto de 2020

LUCERO ROCÍO: «Monstruo de porcelana»





CARTAS DE AMOR A MUERTE
 
Esa nostalgia también se ha apoderado de mi corazón
En las tardes infinitas se vacían mis ojos

cascadas de cristal / lágrimas de fuego
 
Solo te guardo en mi corazón de papiro
Sin las partes de mi cuerpo

Como una rosa desflorada
Y un castillo de huesos
 
Te doy mis aposentos
Para que habites en mis entrañas

En mis sueños blancos
En sueños nuestros

Ven y reposa en mis cimientos
Vuelve brisa suave
Vuelve suspiro de niño
Que sin tus mentiras
Se vacía mi castillo

Vuelve en la mañana como la muerte

Sin aviso
Sin permiso

Róbame el deseo de morir sin un beso tuyo.



CUERPO CELESTE

Así mi cuerpo 
       hace memoria de tu cuerpo
                y entre notas musicales te sentía entre mis dedos.

Mis labios se contraian con los tuyos 
y en una cama construimos un país entero.

Así mis pechos hacen memoria del tuyo
sofocados en miel oral. 

Miraba tus pupilas dilatadas
y de tanto sobreamarte 
llovía de mis ojos  
llovía gotas de amor complaciente.

Así mi piel hace memoria de tu piel 
(sedosa entre la mía).

Y de la fábrica de emociones 
que tu voz amante enterraba en cada corriente 
que me recorría hasta la punta de mis pies.

Así mi memoria hace añicos a mi cuerpo 
ya no te contemplo 
solo te recuerdo.

Solo en recuerdos fugaces te llevaré 
en la memoria de una estrella 
que solo está en la oscuridad del final de cada día.



CUARENTENA

No quise andar por su mismo sendero
no le daba la razón al tiempo
las tardes me advertían 
y los sueños agregaban puntos a favor.

Me hice el loco cuando el frío entraba 
ella ya no me arropaba con su enorme sonrisa
de pronto un día dejaron de asomarse sus raros vestidos
mientras yo rogaba por escuchar el sonido de sus tacos
(ya no tenía la seda de su pelo negro
ni sus dos hermosas ventanas color del cielo).

La cima de sus labios 
dejaron de ser gobernados por los míos.
Todos sus montes
(hasta el de Venus)
en ocasiones nos llevaban 
por el resto del universo.

Extrañé sus pies
que aunque no eran pequeños
ella sabía seducir con ellos.
Mi olfato añoraba su aroma
que entre sudores intoxicó el mío

Huelo a ella ahora.

Ella no sabía lo que hacía
solo decía que me quería 
y un día nunca más vino 
por esta avenida.




LUCERO ROCÍO
(Puno - 1998)


Estudiante de psicología. Se dedica desde hace varios años al canto, al dibujo, a la poesía y la artesanía. Ha participado en diversas muestras poéticas en la Casa de la Cultura de Puno.

Ilustración: Mathieu Borel