martes, 18 de agosto de 2020

LUCERO ROCÍO: «Monstruo de porcelana»





CARTAS DE AMOR A MUERTE
 
Esa nostalgia también se ha apoderado de mi corazón
En las tardes infinitas se vacían mis ojos

cascadas de cristal / lágrimas de fuego
 
Solo te guardo en mi corazón de papiro
Sin las partes de mi cuerpo

Como una rosa desflorada
Y un castillo de huesos
 
Te doy mis aposentos
Para que habites en mis entrañas

En mis sueños blancos
En sueños nuestros

Ven y reposa en mis cimientos
Vuelve brisa suave
Vuelve suspiro de niño
Que sin tus mentiras
Se vacía mi castillo

Vuelve en la mañana como la muerte

Sin aviso
Sin permiso

Róbame el deseo de morir sin un beso tuyo.



CUERPO CELESTE

Así mi cuerpo 
       hace memoria de tu cuerpo
                y entre notas musicales te sentía entre mis dedos.

Mis labios se contraian con los tuyos 
y en una cama construimos un país entero.

Así mis pechos hacen memoria del tuyo
sofocados en miel oral. 

Miraba tus pupilas dilatadas
y de tanto sobreamarte 
llovía de mis ojos  
llovía gotas de amor complaciente.

Así mi piel hace memoria de tu piel 
(sedosa entre la mía).

Y de la fábrica de emociones 
que tu voz amante enterraba en cada corriente 
que me recorría hasta la punta de mis pies.

Así mi memoria hace añicos a mi cuerpo 
ya no te contemplo 
solo te recuerdo.

Solo en recuerdos fugaces te llevaré 
en la memoria de una estrella 
que solo está en la oscuridad del final de cada día.



CUARENTENA

No quise andar por su mismo sendero
no le daba la razón al tiempo
las tardes me advertían 
y los sueños agregaban puntos a favor.

Me hice el loco cuando el frío entraba 
ella ya no me arropaba con su enorme sonrisa
de pronto un día dejaron de asomarse sus raros vestidos
mientras yo rogaba por escuchar el sonido de sus tacos
(ya no tenía la seda de su pelo negro
ni sus dos hermosas ventanas color del cielo).

La cima de sus labios 
dejaron de ser gobernados por los míos.
Todos sus montes
(hasta el de Venus)
en ocasiones nos llevaban 
por el resto del universo.

Extrañé sus pies
que aunque no eran pequeños
ella sabía seducir con ellos.
Mi olfato añoraba su aroma
que entre sudores intoxicó el mío

Huelo a ella ahora.

Ella no sabía lo que hacía
solo decía que me quería 
y un día nunca más vino 
por esta avenida.




LUCERO ROCÍO
(Puno - 1998)


Estudiante de psicología. Se dedica desde hace varios años al canto, al dibujo, a la poesía y la artesanía. Ha participado en diversas muestras poéticas en la Casa de la Cultura de Puno.

Ilustración: Mathieu Borel

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