jueves, 6 de agosto de 2020

LUIS GALLEGOS: «El cojudiómetro»



Los Ángeles, California, 4 de julio del año 1982

 

Señor:

Filimón Pérez Inkawanaku

QOLLASUYU


                 Dear Filimón.

             Hace tiempo que no te escribo, no es que no piense en ti, sino que es por falta de tiempo. Regreso a los Estados Unidos después de cuatro años de haber permanecido en el Collao, tu tierra natal (que es para mí una experiencia de truenos y rayos que se precipitan a diario en ese mundo altiplánico) te escribo esta carta.

            Aquí, en los Ángeles, más de un millón de peruanos han llegado como inmigrantes desde el año 1976, en que viajé a tu país. No solo peruanos han llegado sino también mexicanos, vietnamitas, coreanos, persas y chinos de Taiwán, inclusive refugiados como los Somoza y los parientes de los dictadores caídos en el Medio Oriente, en América Central y en el Asia. También encontré a unos peruanos parientes de los De la Piedra, dueños de Pomalca. ¡Imagínate! Todo esto ha pasado en cuatro años que he permanecido en el Collao.

             Ahora estoy tratando de integrarme de nuevo a la vida norteamericana, aunque esto es difícil. Acá nosotros no tenemos la psicología de la inflación, lo que es muy necesario tener para comprender cómo en el Collao los precios se multiplican por mil. Te contaré: Yo vivo en un tugurio por el que pagó 45 dólares al mes. Acá no construye más alojamientos ni casas, solo especulan con la llegada de tanto dinero robado en Irán, en Nicaragua, en el Perú y en Vietnam. Los refugiados han invertido su dinero en propiedades urbanas. Las casas que antes se vendían en 13 mil dólares ahora las venden en 540 mil dólares.

         Me tienes constantemente escribiendo mi tesis que me han robado en tu país, ahora escribo otra tesis al que le he buscado el título: «Qollao, tierra de hombres soñadores». Para concluir este trabajo lloro, agonizo, no como, he perdido peso, he perdido también cabellos y, sobre todo, maldigo a la persona que me ha robado mi tesis allá en tu tierra. Como te conté me robaron mi tesis junto con mi ropa y algunas pertenencias en la víspera de salir del Collao. Tuve que abandonar de miedo tu país.

           Acá no hay trabajo para los profesores universitarios, famosos doctores están trabajando como guardianes en las cárceles públicas. Y si un sociólogo o un antropólogo encuentra trabajo le pagan menos que a los recolectores de basura. Por eso siempre he dicho que los pastores de las punas viven mejor que las mayores partes de los gringos norteamericanos.

       Mi querido Filimón, los recuerdos que he traído de tu tierra maravillosa nunca los olvidaré. El Collao es cuna de hombres soñadores porque ustedes viven cerca de las estrellas del cielo, tienen gran capacidad creadora, sobre todo inventiva y fantasía. Recuerdo cómo en cuatro años que viví en el Collao, ustedes han elaborado una cantidad fabulosa de proyectos, subproyectos, programas y convenios, por ejemplo el proyecto Colza, la construcción del aeropuerto internacional, el proyecto del cultivo del trigo de invierno, la construcción del Cristo del Altiplano, la basílica de Cancharani, la planta de pasteurización de la leche en Illpa, el ferrocarril internacional, el parque industrial, la central de cooperativas, la construcción del malecón, la gran región Mariátegui, las empresas mineras del padre León, los convenios con los diferentes países del mundo y, por último, la gran cantidad de organizaciones creadas como la IRPA, ARPA y PIÑA.

         Querido Filimón, escríbeme comunicándome sí estos proyectos se han concretizado, y si ya están funcionando. Para lo sucesivo, para cuando estén elaborando más proyectos o, para cuando algún político les quiere vender o encajar un proyecto, te envío un aparato muy eficaz de nueva invención fabricada por los japoneses, de marca «T’oqo Siki», que sirve para detectar la eficacia de los proyectos y para evaluar a los políticos demagogos que abundan en tu tierra. El aparato se llama «Cojudiómetro». Su funcionamiento es muy sencillo pues anda con corriente eléctrica, con pilas y con waykuna en casos de apagones (que son muy frecuentes en tu pueblo). Para su correcto funcionamiento es cuestión de mover una palanca que va al costado derecho del aparato. Las instrucciones para hacer caminar el «Cojudiómetro» se encuentran en el folleto que va adherido a la antena. Está escrito en inglés, español, francés, ruso, japonés, quechua y aimara y chino.

     Estoy seguro que no vas a tener problemas con el funcionamiento del «Cojudiómetro». Cuando algún político les quiera vender, con su demagogia, un proyecto, o cuando alguien postule al cargo de alcalde o el de gobierno regional, aplíquenle el «Cojudiómetro» para detectar si es un perfecto cojudo. Apenas enchufan al tomacorriente verás cómo automáticamente brotan tres ojos como los ojos de los trilobites. Si el proyecto ofrecido por el político es pésimo enciende una luz roja, sí es regular luz amarilla y sí es buena luz verde. Sí el político o el candidato a ocupar un cargo público es un cojudo su rostro aparece en la pantalla del «Cojudiómetro». Filimón, cualquier falla que tengas te solucionaré por carta. Les deseo que tengan buena suerte en sus gestiones. Recibe un abrazo de tu amigo del alma. Hasta pronto, espero tu respuesta.

                                                                                                              Richard Charkibill.

          

                                                                       Qollasuyo, 4 de enero del año 1983

 

Señor

Richard Charkibill

36284 Colwater Canyon

Nort Hollywood California U.S.A.

 

            Mi gran amigo:

           Con gran placer recibí el «Cojudiómetro» este último sábado e inmediatamente, después de leer las instrucciones en el idioma aimara, hice funcionar el extraño aparato de fabricación japonesa. A manera de ensayo yo me puse en la pantalla del aparato solo para saber mi situación, con gran sorpresa de mi persona y de mi familia, el Cojudiómetro marcó en rojo y con letras doradas la frase: «Muy cojudo». Avergonzado, desconecté el aparato y lo guardé en su cajón hasta otra oportunidad.

             El día domingo llevé el «Cojudiómetro» al mitin en la Plaza de Armas de la ciudad, donde cuatro políticos, candidatos al Congreso de la República, expondrían sus planes de trabajo a favor del pueblo. El primer político habló sobre la necesidad de un tren subterráneo en la ciudad de Juliaca, en vista de la gran proliferación de triciclos —o taxi-cholos— en la ciudad de los calceteros, hasta ahora tasados en un millón, que obstaculizan el tránsito en las calles. Al escuchar este plan de trabajo del candidato el «Cojudiómetro» marcó luz verde y con letras doradas la frase: «Buen proyecto». El segundo candidato expuso su plan de cortar por la mitad el cerro Azoguine para dar más horas del sol a la ciudad de Puno, el «Cojudiómetro» marcó rojo: «Cojudez». El tercer candidato expuso su plan de trabajo en descontaminar la bahía de Puno a través de la magia con el asesoramiento de los chamanes de Charasani en Bolivia. El «Cojudiómetro» marcó rojo: «Cojudez del plan».

           El «Cojudiómetro» ya se encuentra en Puno y en Juliaca, lo venden en Bellavista y en el mercado de Chupeqhato en Juliaca. Ha llegado directamente del Japón vía Desaguadero. El pueblo usará este aparato para evaluar a los candidatos a las alcaldías y al Gobierno Regional, estoy seguro.

           Amigo Charkibill, estoy muy agradecido por tan valioso aparato; en lo sucesivo lo utilizaremos para evaluar a los jefes de las oficinas encargadas del desarrollo de la región de Puno. Hasta otra oportunidad me despido con un fuerte abrazo.

                                                                                                                    Filimón Pérez Incawanaku.


Este cuento pertenece al libro: «Cuentos de Q'oñi K'ucho» de Luis Gallegos Arriola, editado el año 1984.

Foto: «Masas» by Uriel Montúfar 

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