lunes, 12 de febrero de 2024

EL ESOTERISMO DE LA NADA: Leo Cáceres y los astros de la locura





    Según Kofler, (1972): "Todo arte se desarrolla idénticamente fuera de la vida". Es decir, que surge de la fantasía, en la medida que la fantasía, separada de la razón, constituye las representaciones, deseos, sueños. Por ende, el arte se encuentra más allá de toda sublimación. Pero los "críticos" han desvalorado y no han tomado en serio al arte ni a la fantasía. Sin embargo, la fantasía intuye y acopia sucesos de individualidad múltiple y experimenta la vivencia y reflexiona intuitivamente sobre ella. Mediante esta referencia indirecta se rige la poesía de Leo Cáceres (Puno, 1988); un poeta que experimenta y recrea sus vivencias y sus fantasías. Leo trabaja la palabra, la hace suya, la posee, la transforma en un sentimiento táctil, metafísico. Enfoca su visión más allá del universo y de la naturaleza. Su pensamiento apasionado se convierte en locura, un poeta esotérico que practica el ritual de los antiguos poetas y conversa con los astros. Su escritura pensada se conecta telepáticamente con el cosmos. Puno ha sido testigo de sus arrebatos y de sus borracheras, siendo fiel a los preceptos de Baudelaire: "Es preciso vivir borracho de algo, borracho de alcohol, de pena o de gloria; pero borracho". Hay que vivir borracho , aunque sea de agua, de paz o de ocio. Los brahmanes se emborrachan de meditación y a la mona le da por mirarse el ombligo, como decía Federico More. Pero su borrachera es otro tema. Más de una vez se negó a publicar, pero tiene tres libros de poesía: Aromas oscuros (Poesía reunida 2006 - 2012), Astro Deseo y Fuego Fatuo. La visión estética de Leo Cáceres tiene un aura incomprendida por los lectores y sus coetáneos; sin embargo, su capacidad luminosa nos lleva a leer con detalle cada verso, signo y figura inscrita en la energía espiritual, así como San Juan de la Cruz, el gran místico, quien llega a la noche gracias a los sentidos. Leo explica el misterio y nos deja frente a él. 

La catarsis y la contemplación

    Leo Cáceres, sin duda, ha excavado el pozo teórico de la poesía griega. Se ha centrado en la meditación y la contemplación como se ejemplifica en los siguientes versos: en el cráneo / de un río / en el alba desparramando / la calipedia de la lluvia / cuando miro un puente el corazón ya no me pertenece. En el verso redescubre el significado del "yo", una forma  de ocultarse para encontrarse en la naturaleza. El sujeto empírico busca el conocimiento y recobra el vigor de encontrarse de nuevo, solo. La inclinación de Leo, le lleva a preguntarse por el ser. Los versos antes referidos se sostienen en su estudio sobre la patafísica o la ciencia de lo inútil, que hace que Leo construya una realidad paralela, imagina la construcción práctica de dispositivos que no van a existir, con un lenguaje que juega con las palabras y explora la profundidad de la nada y del vacío. A esta altura, leyendo los poemas de Leo pensarán que han perdido el tiempo, pero no basta leerlo, sino releerlo para descubrir los insólito y extraordinario de su poesía. Astro Deseo es la búsqueda del grial, la búsqueda del tiempo-espacio para el Ser.

    ¿En qué radica la poesía de Leo Cáceres? La pregunta nos lleva a estudiar a los poetas empeñados en la labor de encontrar equivalentes verbales para estado anímicos, es decir, a Eliot, Paul Celan, Fernando Pessoa, Artaud, Blanchard, Battistini, Bretón,  Duchamp, Eluard y Tzara. Tanto ellos como Leo, integran el pensamiento con los sentidos. Entonces, el impulso proviene de una preocupación personal por la vida, la muerte y el cosmos. Este último es la piedra de toque. Advierto que emerge la contemplación en la mayoría de los poemas, como por ejemplo: cada vez que cruzo un puente / al tiempo le da un infarto / del que se recupera / a través / de mi sonrisa desvelada.

La simpleza y la claridad del verso, es justamente metafísica. Las coordenadas temporales y espaciales son necesarias para la poesía. El material onírico, las imágenes producidas en los sueños, forman parte importante de la técnica surrealista, como sostiene Aldo Pellegrini en su antología de la poesía surrealista. Leo hace uso de esas técnicas, una actividad pragmática e intelectual que le lleva a escribir versos largos, cuyo "yo" es el de un místico que intenta persuadirse a sí mismo, el sujeto lírico habla con él y los astros. Logra su captura en la unidad de las sensaciones , en el "yo", "tú", "hombre", "dios" e "individuo". En otras palabras los versos equivalen en la relación del espíritu y cuerpo.

    Como dice Hans-Georg Gadamer: La poesía exige otros estímulos, es necesario tener en cuenta para enjuiciar correctamente el estilo poético de nuestro tiempo. No cabe duda que en Puno hubo un hermetismo lírico, era necesaria la disolución de este y buscar otras creaciones poéticas como las de Trakl, Rilke y Holderlin. La invocación y la idea de creación y destrucción están recalcados y asegurados por la poesía de Leo Cáceres, ya que el habla con la vida, con la noche y con la tierra. La locura se enriquece definitivamente por la acción del amor. La locura es la fuerza que asciende en el espacio y revela una sensibilidad extraña, rara. Leo ha hecho el máximo esfuerzo para entregarnos poemas abstractos y complejos, que no poseen ritmo, esto ha obligado a exigir de nosotros el máximo análisis y lectura, y sino hacemos ello caeremos en la estupidez de confundirlo con cualquier otro poema que no dice nada.    

Alexánder Hilasaca



Este texto fue extraído del libro Huérfanos: Los poetas indómitos del post 2000, escrito por el poeta Alexánder Hilasaca (Puno, 1989) y realizado por Quimera Editores de Arequipa en marzo del 2021. Se presentó en el Cusco en enero del 2022.


Collage: Pablo Genoves

miércoles, 31 de enero de 2024

César Machaca Escobar: «SEMILLA ERRANTE»





JARAWI VII

El capricho del destino de San Juan
es el lindero del color
es el límite de la penumbra
exhibido en los titulares de un diario.

Los cánticos de los antepasados
echan al río un vaso
a la suerte de la temperatura
nace el pronóstico
impreso la suerte en la clara
el capricho en el tiempo.

El capricho golpea la pared del destino
en los ojos de un vaso
el pasado de una larva
luxa el tronco del tiempo
hacia el sueño de la prosperidad
o a la ceniza de pasos.

El tiempo es el destino del color
o el silencio de una tarde fracturada
en las manos de una larva
crece un nukhu nukhu
empuja el tiempo
amasa los sueños 
de un tronco de ojos
construido por el color.



ESTACIÓN II

Los niños cantan a la lluvia para tejer ríos de ranas

La sequía en los ojos de una rana
brota las voces de un apu
en una cantuta de diciembre
con los q'uchus a las nubes
engendran lluvias de cantuta
con voces de un cernícalo.

Los niños y las ranas tejen nubes
con aguas de cánticos
en las lluvias de la rama de una cantuta
anuncia el lenguaje del arcoíris
colorea las flores de una cantuta
con amaneceres de lluvias.

Los ritos del agua resumen juegos de niños
con el calor del viento desatan el q'ipi de jarawis
flamean las manos de la abuela como las wiphalas
con escritos de crianza del agua
en la cabecera de nubes
riega las cantutas con rituales
de llantos radiografiados por los niños
en el vientre de la lluvia
y en los ojos de una rana.

Los espejos de agua sin masas de pan
es la existencia de una cantuta
en el oído de un chiwanku.
Las células de piedras tejidas
en el tuétano de un hueso
son las grabaciones de los seres
en el curso de las aguas
en los camino de puertos empedrados
en el hueso de ojos.

El dolor de la sequía es la fecundación
de la nube en el grito del viento
compuesto por las melodías de un chiwanku
con flores de ojos de una niña
se extienden sus miradas
en la rama de una cantuta
florece la alegría de chiwankus
dibujados en el mapa de cantos a la lluvia.



DESEQUILIBRIO III

El hombre esculpe la semilla
con la nube de retratos.
La semilla engendra
en la ceja de una qiwlla.

Cincela el recreo de las qiwllas
en el camino al huerto
sacude la polvareda
del silencio de la semilla.

El hombre hace refranes de voces
en el intestino del vientre 
de una qiwlla con los ojos de nube
ablanda el pecho de una semilla.

El hombre dibuja qiwllas
cerca del huerto de grafías
cerca de las palabras de nubes
en la semilla de la lluvia.



RESPLANDOR IV

El mural tallado de ríos
hilvana las heridas de los huesos
de un invierno de sueños
con manantiales de nubes.

La costra de un espejo de ríos
golpea la herida de un cráneo
sutura la fisura de junio
con huesos de murales
y con sequías de nubes.

El mapa de ríos desata 
el nudo de las venas de una lombriz
calma la cicatriz de los renacuajos
en el color de los riachuelos
incuba las lluvias en la cabecera
de los pulmones de los sapos.

Los ríos sin sueños
registra cementerios 
heridos por un trueno
en el mural de un cráneo 
termina el manantial del viento.


Glosario:

Nukhu nukhu: Escarabajo
Apu: Cerro tutelar
Q'uchu: Canto propio de los rituales del agua en el mundo aimara.
Q'ipi: Manta que sirve para cargar objetos y a los niños pequeños.
Jarawi: Canción romántica andina.
Wiphalas: Bandera multicolor de los pueblos andinos.
Chiwanku: Pájaro de color gris con pecho blanco y pico amarillo, que con su canto anuncia el amanecer aimara.
Qiwlla: Gaviota que reside en las lagunas; es indicador de la presencia de la lluvia en el mundo aimara.


Poemas extraídos del poemario Semilla errante, de César Machaca Escobar. El libro fue publicado por la editorial limeña Pakarina, en octubre de 2023, con prólogo de Boris Espezúa Salmón. El libro se presentó en Puno el viernes 26 de enero del 2024 en la Casa de la Cultura, con acertados comentarios de Eland Vera. 


CÉSAR MACHACA ESCOBAR
(Puno, Perú)

Publicó sus poemas en los boletines Oasis (2009), Escribidores (2012), y en el diario Los Andes (2020). Editor y director del boletín Oasis (2010), el mismo que presentó en la Feria Internacional del Libro de Arequipa. Incursionó en la traducción, producción y revisión de textos aimaras para instituciones públicas y privadas, así participó en los libros colectivos Kunaymana sawinaka (2013) y Samkaja yatiwa (2014). También revisó la antología de poesía Harawikuna / Jarawinaka. Quechua / Aymara(2017) de Mauro Mamani Macedo y Alan Ever Mamani Mamani. Hizo labor de editor y coeditor del suplemento cultural Puno rumbo al Bicentenario del diario Los Andes (2019), medio en el que realizó reseñas, columnas, artículos y entrevistas culturales. 


Foto: Karolina Grabowska

miércoles, 10 de enero de 2024

César Calvo: «Ino Moxo enumera las pertenencias del aire»




-Es una historia larga, ya te dije. Si te contara todo, nada me creerías. Nunca se puede creer todo. ¿Sabes? Nuncanunca se puede escuchar todo.
-Yo estoy dispuesto a oírlo, maestro Ino Moxo, me oigo decir casi como un soborno, para eso he venido.
-¿Podrías? No, creo que no podrías. Y su cabeza yendo a un costado, trayéndola de regreso a sus ojos:
-Sólo para darte un ejemplo, mira la selva. Si te pones a escuchar todo lo que suena en la selva, ¿qué escuchas…?

    Y como si acabara de capturarse él mismo, como si al mismo tiempo él fuera la cerbatana y el dardo y la presa y el cazador y los leños encendidos de la cocina esperando, Ino Moxo algarabió su voz:

-No solamente el grito de los monos escuchas, no solamente el zumbido del zancudeo, de la arambasa que es la abeja más brava y más oscura, del chinchilejo que seguramente llamarás libélula, del chuspi que te infecta al picar, de la carachupaúsa que sangra sin aviso, no solamente oyes a la ronsapa siseando el aire, a la mantablanca que bebe tu cabello, a la quilluavispa de vuelos amarillos, al papási que nace de gusanos pero que no es gusano, a la wairanga que nunca toca el suelo. No solamente oyes el pájaro flautero, el jirirín que no sabe volar y tiene alas, ni el ushún, ni el tabaquerillo, ni el shansho, ni el piurí, ni el timelo grisáceo, ni el tibe blancoblanco, ni el taráwi que come caracoles y es demasiado negro, ni la sharára que sabe vivir bien bajo del agua y mejor encima del viento, ni el zuizúi celestito, ni el yungurúru grande cuyos huevos son color del zuizúi, ni esa garza gigante y rojiblanca que llama tuyúyu.

-No solamente escuchas al urkutútu sabihondo. Ni a la quichagarza, floja de excremento. Ni al ucuashéro, ni al tiwakuru que sólo come hormigas y canta en lo alto de las wimbras, ni al páwkar que sabe imitar todos los cantos de las aves con su plumaje negro y amarillo, ni a la unchala, lo mismo que paloma color vino tinto, ni al paujil, acaso habrás comido, más sabroso que carne de mono makisapa, más que carne de lagarto blanco, más rico que ciruelo gigante de taperibá, ni al tatatáo, que es ave de rapiña, algunos le llaman virakocha. No solamente oyes al pato mariquiña, al locrero, a la pinsha, al montete, que en ciertos lugares nombran trompetero, al tuhuayú, al pipite, a la panguana, que pone siempre cinco huevos y después muere, a esos loros azules que llaman marakána, ni a la wapapa carnicera, tú le has visto seguro en el río Mapuya. No solamente oyes a su primo el wankáwi, avisando cada que se aproxima algún humano, ni al chiwakúllin, ni al korokóro, ni al ayaymáman, que llora como niño abandonado, ni al camúnguy, ni esa garza del tamaño de un hombre que tiene plumas grises y se llama mansháku, tantos y tantos pájaros… No solamente oyes nubes gordas de insectos sonando desde la tarde, adentro, en las mañas del monte. No sólo suena la víbora desconfiando, el túnchi avisando una muerte, el tigre, el otorongo, calladito, procurándose carne tibia, ni el ronsoco baboso en los yucales ni los enormes peces cabezones en las redes tramperas.

-No sólo suenan peces: el akarawasú, la gamitana, el tamborero, el paiche de tres metros y lengua de hueso que pare criaturas y no huevos, el pejetorre se hincha de aire y flota como boya, la dorada no tiene ni una espina, el chállualagarto, el kunchi, la añashúa, la anguila te mata de una sola descarga, la manitóa, el shitarí, la doncella uncida de franjas negras, el chullakaqla huérfano de escamas, el tiriri, el fasácuy al fondo de los lagos, el shirúi, el maparáte, la shiripira, el bujúrqui, la makana parece sable de tres filos, el shúyu sabe andar sobre la tierra, pez de camino, y el canero te entra por el ano y te come las tripas, el dementochállua vuela, poco vuela, más asombra el saltón, ese peje gigante sale del agua metros arriba y pesa más de cien kilos y mide hasta dos metros. Por no hablar de la paña, tú conoces, más le nombran piraña, que te come sin asco en un ratito. Y la kawára, enorme, y la palometa que sabe a casi dulce, y el bujéo, también nombrado delfín de los ríos, el bujéo cuya hembra es más deliciosa en amor que las mujeres, más rica, así dicen los pescadores que han probado, y tiene igual vagina y pechos duros y pare a sus hijitos, como humana. Cortándole a una bujéa los labios de su abajo, de su sexo, y curándolos algunos shirimpiáre fabrican pulseras infalibles en asuntos de amantes desdeñados, eso es sabido. Y suena también la gran carachama, de boca como de piedra, que vive una semana y más fuera del agua y que viene de lejos, desde antes del diluvio, antes de ese tigre que dispersó hace siglos a nuestros primeros padres ashaninka. Tantos y tantos peces…

-No solamente escuchas culebras, víboras: la afaninga inocente, inofensiva entre los pastos, defendiéndose apenas al azotar su cola, y el aguajemachácuy que respira en el agua y tiene piel ídem que fruto de palmera, y la naka-naka pequeñita y mortal acechando en los ríos, y la mantona con sus diez metros, por gusto pues no hace daño a nadie, diez metros de colores bien subidos, puro adornos ingenuos, y la chushúpe venenosa, que mide cinco metros y persigue a su presa mordiéndola varias veces, y la yanaboa que alcanza quince metros, y es gruesa como un hombre, que primero hipnotiza y más tarde ya devora. Y la sachamáma, boa con orejas, a diferencia de la yakumama que vive solamente en el agua. Anaconda de tierra es la sachamáma, se mimetiza sin proponérselo: la hierba le crece solita sobre el cuerpo. El jergón, al revés, también se mimetiza pero a propósito: conforme crece va adquiriendo su piel un color marrón moteado, de hojarasca brillante, y sólo puedes distinguirlo por su aura, por ese resplandor que el jergón deja en el sitio por donde va a pasar, como aviso, como ánima. Tantas y tantas existencias oyes, tanta callada sabiduría escuchas cuando escuchas la selva. Y eso que ya no puedes oír el canto de los peces que alegraban las aguas del Pangoa, del Tambo, del Ucayali, animales musicales que presintieron la llegada del gran otorongo negro y huyeron días antes y se salvaron. Has de saber que ese otorongo produjo con sus zarpas gigantescas un torrente de piedras y lodo que acabó con la vida de los ríos. Sólo los peces cantaban y que en sus canciones decían y escuchaban el futuro, pudieron sobrevivir al fango de esas garras. Aunque hoy no sepan cantar más, o si es que es, quiero decir si saben cantar todavía, lo harán de seguro sin delatarse, con sonidos que nuestros oídos no acostumbran, callados cantarán, en otra jerarquía… Has de saber que todos, hasta los humanos, cuando son niñitos, oyen el futuro igualito que los peces del diluvio, así como tantos animales de ahora, tantas vidas que saben lo va a suceder y no pueden hablarnos, advertirnos. Los niños, por lo general, tienen nueve sentidos y no cinco, otros llegan a dominar once, yo he visto. Conforme crecen y sus cuerpos se van envenenando con las comidas y los padeceres, y conforme sus ánimas van siendo casa de pensamientos y de sueños manchados, los cuerpos y las ánimas del hombre pierden esos sentidos, esas fuerzas. Y por eso los brujos, los grandes shirimpiáre, para ejercer a plenitud los poderes del aire, para desarrollar al máximo su potencia de mirar, usan espíritus de niño, ánimas como familias nuevecitas ocupando las moradas de su cuerpo, los caseríos ruinosos…

-No solamente escuchas animales: la awiwa, ese gusano que se puede comer como el zúri, otro gusano sabroso de colores, y ese sapo gritón que pesa más de un kilo y se llama wálo, y el bocholócho que canta y al cantar sólo sabe decir su propio nombre, bocholóchoooo, llamándose siempre a sí mismo, lejos, y la manakaracuy peleadora, invencible entre las aves, y el cupisu, pequeña tortuga de aguas que se come en sus huevos y en su carne, y la feroz wangána, cerdo salvaje que anda en poblaciones de cientos de colmillos voraces, y el tokón, ese mono de cola gigantesca y peluda, y el allpacomején, hormiga condenada a vivir sobre tierra, y la bayuca, gusano venenoso cubierto de cabellos azules, amarillos, rojos, verdes, y aquella hormiga grande y sin veneno que se alimenta de hongos y le dicen curuince, y el añuje, casi conejo de tamaño, y el isango que no podemos ver y nos pica metiéndose en la carne lo mismo que castigo, y el ayañawí, el ojo-de-los-muertos que otros llaman luciérnaga o cocuyo, y el achuni buscado porque tiene su falo hecho de hueso y con polvo de su pene condimentan brebajes para los impotentes, y ese otro jabalí de cerdas gruesas y collar como nieve que le nombran sajino, y el ronsoco, tal vez el roedor más grande de esta naturaleza, un metro de largo y cien kilos de peso, y la apashira que es un camaleón, la apashira con cuyo nombre nombran los pueblerinos al sexo de la mujer.

-No solamente suenan tantos y tantos animales que has visto, que no has visto, que nadie verá jamás, bichos que aprenden a pensar y conversar lo mismo que personas… Suenan también las plantas, los vegetales: la katáwa de savia venenosa, la chambira que nos presta sus hojas para fabricar sogas, el pan-de-árbol que nominan pandisho, el makambo elevado de hojas grandes y frutos como cabezas de gente, la ñejilla espinosa que crece en los bajiales, el rugoso pashako, el machimango de olores imposibles, la chimicúa cuyas ramas se desgajan a un soplo, el wakapú mas duro de corazón que el propio palosangre, la itininga, el witino, la itahúba, el wikungu de espinas negras y ese árbol recto que se llama espintana; que cuando cae es bueno para sentarse y charlar, y la wakapurána más mejor para leña, y la chonta, cogollo de palmeras: de wasaí, de cinámi, de pijuáyu, de hunguráwi. Y el hunguráwi de cuyo fruto mana un aceite que hace crecer cabellos. Y la wayúsa trepadora en sus hojas contiene un poderoso tónico que borra las flaquezas. Y el sapote de color fruta verdesombra. Y el tawarí durísimo. Y la shiringa, la shiringa, ese caucho que sin querer nos trajo las desgracias… Y la quinilla, y el timaréo, y la shapája de aceitosos frutos, y la wiririma, y el shebón gigantesco que nos brinda sus hojas para techar viviendas, y ese marfil vegetal que nosotros llamamos tágua, y el sitúlli, aquel plátano rarísimo de grandes flores rojas, y el wingu, arbusto cuyo fruto se vuelve recipiente de bebidas y se llama tutúmo, y el pitajáy, la pona negra y dura, y el aguaje gigante, y la andiroba, y el caimito de frutos como pechos de virgen, y la waqrapona, palmera barriguda, y la anona sabrosa, y el cashú que por fuera es almendra y por dentro más dulce y más jugosa, y la apasharáma de savia para curtir cueros, y el barbasco de raíz de veneno, y el camucamu cítrico, semiacuático, y la capirona insuperable para leña y carbón, y la aripasa de fruto chato, pardo y redondito que no debe comerse, y la cumala, y la punga, y la cumacéba, y la cashirimuwéna, y el ashúri que protege los dientes de la caries, y la caritima por cuyos frutos disputan y se matan algunos peces, y la cocona hermosa, y ese tubérculo que se come crudo y se llama ashipa, y el pukaquiru de corazón rojo, durísimo, y el punqúyu coposo, apretado de hojas, a cuya sombra nada vive pues expele veneno por sus ramas, y el mucho más frondoso parinári de fruto largo y rojo que se llama súpay-ocóte, culodeldiablo. Y la lupuna en las orillas con sus alas inmóviles, blancas o coloradas, a flor de tierra, el más grande de los árboles de toda esta Amazonía. Y ese otro que llueve como tejado de invierno. Y ese otro que se infla y revienta peor que cientos de balas en la noche, en lo adentro del bosque, y el renaco creciendo más que bosque sin hojas y sin flores, y el garabatokasha que sana varios tipos de cáncer y disuelve lo torpe de las articulaciones que envejecen, y el tamshi te aleja del frío, y la coca se usa con ayawashka para adivinación, y la camalonga también se usa para diagnosticar, y la renaquilla distrae a los lisiados, y la wankawisacha cura para siempre a los alcohólicos, y el chamáiro ayuda a chacchar coca, y el tornillo-negro flotando bajo el agua, a media altura de los ríos flacos que traicionan mejor que el jugo de tohé, cuando la luna es verde y la época buena para talar el cedro sin rajar su corteza. Y la paka, la paka también suena como túnel al borde de los ríos que han desaparecido, y la zarzaparrilla sana de la sífilis, y la papaya verde elimina la sarna y la parasitosis y sus hojas cubren las carnes más duras y las vuelven animalitos tiernos. Y la wenáira de sombra venenosa como el jugo de la flor del tohé. Y el tohé que te hace ver los mundos de ahora y de mañana que forman este mundo. Y la parapára, más llamada hiporuru, esa hoja nunca pierde su forma como si estuviera hecha de jebe, porfiada: tú la cortas de su tallo, la arrugas, la doblas, y ella regresa a como era en la rama, siempre vuelve a su forma, a su tamaño, al tamaño y la forma de sus dos nacimientos, y no es por eso sino por los poderes que le vienen de lejos que la hoja de hiporuru sabe devolver a los hombres la juventud sexual. Y la quina-quina que aprendió hace siglos a lavar las heridas corrompidas. Y la liana-del-muerto, ayawashka, sagrada, La Madre De La Voz En El Oído. Con el ayawashka, con el oni xuma, si lo mereces, puedes pasar del sueño hacia la realidad, y sin salir del sueño… Tantas y tantas plantas, todas y todas suenan. La abuta, pon atención, la abuta, árbol mediano cuya raíz rojiza se hierve y tomando ese líquido en pocos días el azúcar de la sangre se borra, no existen los diabéticos. Y la mariquita, mitad enamorada y mitad flor, que sólo sabe abrirse en la purísima sombra. Y la tzangapilla, anaranjada y grande, hija única, flor más caliente que frente de afiebrado. Todas y todas suenan, lo mismo que las piedras…

-Y más que nada suenan los pasos de los animales que uno ha sido antes que humano, los pasos de las piedras y los vegetales y las cosas que cada humano ha sido. Y también lo que uno ha escuchado antes, todo eso suena en la noche de la selva. Dentro de uno mismo suena, en los recuerdos lo que uno ha escuchado a lo largo de la vida, bailes y pífanos y promesas y mentiras y miedos y confesiones y alaridos de guerra y gemidos de amor. Voces de agonizantes que uno ha sido o que uno ha escuchado solamente. Historias ciertas, historias de mañana. Porque todo lo que uno va a escuchar, todo eso suena, anticipado, en medio de la noche de la selva, en la selva que suena en medio de la noche. La memoria es más, es mucho más, ¿lo sabes? La memoria verídica conserva también lo que está por venir. Y hasta lo que nunca llegará, eso también conserva. Imagínate. Nada más imagínate. ¿Quién va a poder oírlo todo, dime tú? ¿Quién va a poder oírlo todo, de una vez, y creerlo?…





César Calvo fue un poeta, escritor y compositor peruano. Es considerado miembro de la generación del 60 y autoridad cultural importante en Perú. . Nació en Iquitos el 26 de Julio de 1940 y falleció en Lima el 18 de agosto del 2000. Fue una de las figuras más relevantes del panorama cultural peruano.

Foto (1): La liana de los muertos, ayawashka.

lunes, 4 de diciembre de 2023

Ditmar Castro Villena: «BACILLUS TREMENS»





III

Estos rastros son
las voces huidizas del algún tejido
o, quizá: 
¿Serán puerco espines?
¿Serán los gusanos de los fémures débiles?
¿Será el canto de un dodo en la garganta que se
        hunde en el pantano?
¿Médulas que ahogan alguna bestia?
¿Un forastero con su idioma desnudo inventando un
        himno de entregas y estirpes en parajes de lodo
        y hierba?
¿Botes huyendo, agua abajo, para llegar a la maleza
        de algún hombre o morgue?
¿Vísceras humanas que salen de un camal regido por
        ganados con insomnio celeste y esquirlado?
O caballos electroshock que nacen de un arroyo...
O la flora digestiva que nace del ducto biliar de  
        algunas pulverizadas islas.


V

Fábula habitada de un animal desterrado

֍


Estos olfatos no pueden desnudarse a sí mismos 
o romperse de la tormenta de moscardones 
o salir de la boca como esperma decapitada
y deshabitada de su nombre por aroma de otras
       gentes,
porque es un fragmento de luz lechosa 
que un hombre aterrorizado observa con ansias de
      macho y miedo
y quiere retornar al vientre de alguna mujer hecho
      un bosque marino...

֍֍


El carmesí de su aliento fúnebre resaltó en la cola
de un animal [bebió sangre y comió de sus vísceras],
luego se fue a la profundidad sobre la espalda de un 
pez, luego se hizo semen para fecundar en la tierra
una nueva flor con aroma de enjambre.
      Su ira fue levitar un diente de león, luego
quedarse como un ancla pesada bajo el agua.
      Ahí, desahuciado, se hizo historia.


                                            Ahora que meció su primera
mano en LASCAUX nació la literatura de la roca: con
ritos, bramidos, danzas, y ballestas junto al rugido
del cierzo, hecho humo

֍֍֍


Todo, absolutamente todo, con el afán de traer a la 
memoria: la carne, las escaras, y las bengalas de
sigiloso animal.


 [ 3 ]

Varios restos de ojos y olfatos, úteros desarticulados y primaveras peregrinaron en las carcomas de su cuerpo. Seres de caverna se comieron los trópicos de su tiempo, con los mismos dientes invocados por un vudú. Fue triste su cabeza que salió de una matriz a tomar el viento que ara la hierba de la boca y las úlceras débiles de su risa. Pero lo acorazado solo se oxida si interrumpes al aliento nacer de la muerte de un colibrí.


BACILLUS 
(Fragmento)

Sujetemos/
suspendamos/
extendamos en las noches 
y no dejemos que los cráneos se  vayan planeando por
un muelle
para que se las lleve
un espumarajo de flores blancas.
Sujetemos/
suspendamos/
la espalda a ese viento frío
que es un nido de víboras.

Extendamos/
la avalancha de años pardos y fumemos el deceso de
la tez animal
sin lamentar el mito de la capa vegetal
que intenta rodear al fuego
a pesar que somos de las profundidades del agua,
frutos del plancton, llevamos a espaldas la devoción
          del sol
por descubrir nuestros sexos
disfrazados de bacalao y corrientes marinas.


POEMA TREMENS 
(Fragmento)


I

Todos los resquicios 
de nuestros cuerpos se arroparon 
con la piel de las frutas que nos dejó el reloj
y volvieron a nacer
con íntimas primaveras
de babilónicos jardines
donde se mecieron las sonrisas
porque a veces nos lloramos poco
en tanto que la música suave y delgada de un
         enjambre
cortó todos los labios que nos besaron 
Carnosos, dulces y llenos de alcohol

Los manzanales 
ya no se volvieron a abrir
dejaron que sus ramas
hagan volar sus hojas para abreviar su hambre

Fue pobre decir
que se prolongaron las aguas
a inundar sedientos estas sales
que mientras pululaban los grillos labriegos entre
tus muslos y los míos
yo volví a ser  reptil de galeras,
que enverdeció hacia tu hierba.


Poemas extraídos del poemario Bacillus Tremens, de Ditmar Castro Villena. El libro fue publicado por la editorial arequipeña Cascahuesos, en noviembre del 2022, como parte de su colección de poesía Pájaro de cera. 


DITMAR CASTRO VILLENA
(Cusco, 1987)

Es docente y gestor cultural. Ha publicado los libros de poesía Neurastenias de un individuo solo (Puno, 2014) y Tripulación errante (Puno, 2014, Premiado por la UGEL - Puno) y reeditado bajo el título Galera al extravío (2017). También ha publicado la plaquette Isla de carne (2015) y ha sido parte de la muestra poética 10 poetas de un solo caño. Ha sido invitado a diferentes festivales de poesía como el Encuentro Macroregional de Poesía (2014), Enero en la palabra (Cusco, 2015), Encuentro Internacional de Poetas "Panza de Oro" (Cochabamba - Bolivia, 2015), Festival de Arte y Poesía Internacional "Tránsito de Niebla" (Paucartambo - Cusco, 2017) y la Muestra Poética de Todas las Artes: "Un canto a la nación" (2020).







Foto (1):  Ox Studio
Foto (2). Portada del poemario Bacillus Tremens

martes, 5 de septiembre de 2023

Lenyan Veka: «DANZAN LAS AVES»






Alas imposibles

Un sorbo de muerte nos pasa por los labios
Filtra una voz triste y sedienta
Dentro del corazón un ruido que canta 
el fin de las horas
Pero cabe la vida
el dolor de las alas imposibles
que se arrancan como dos firmamentos
de los astros y la grava 
hasta incubar un nudo de sangre
como las olas de las alas 
Como el cuerpo, la sombra del cuerpo, 
del mar en la piel
La arena caliente
El primer pájaro muerto sobre el agua.



Naufragio

Al final
el naufragio
sobre la noche 
sin más allá del agua
Sin paraíso, sin infierno
Un epitafio de espuma
como una densa sombra
que come la carne en otra carne
en un mar de vaivenes

Una hoja caída de árbol
al centro del olvido
arrastra una gota
como el ojo de un pájaro
la mitad de una lágrima 
la mitad de una sonrisa 
que cabe en el vapor de la oscuridad
como el golpe de otro planeta
girando hacia algo menos que el
olvido.



A tu lado

Lugar secreto
fosa de nuevos cuerpos
Tu boca, tu ombligo 
tu olor, tu pelo
y un cínico dolor extraviado
a pleno roce
Tu mirada y su luz descarriada
derramada en las sábanas
despegándose de mis párpados

Solo el rastro de tu humedad
sostiene un beso
y este lugar
azul
eternamente azul
y al fin
miro mi muslo en el que descansa tu
cansancio



Huida

No salgas de mi sangre
no salgas de mis ojos
sin marea
Abierto el dolor
enigma de la puerta abierta 
Nave desierta 
por mí un silencio rotundo
una soledad extraña
Espejos bajo la luz
giran las cerraduras
En los resquicios 
una noche a la vez
llanto cicatrizado
una lengua muerta
extirpada de la piel.


Poemas extraídos del poemario Danzan las aves, de Lenyan Veka. El libro fue realizado por la editorial cusqueña Fuego, en mayo del 2023.





LENYAN VEKA

Docente de Arte, artista visual, actriz y performer. Gerente de la Editorial Fuego. Ganadora del Concurso de los Estímulos Económicos 2022 para el libro y el fomento de la lectura. Ganadora del primer lugar del Concurso Literario La Copa Doce Ángulos en la categoría de poesía (Arequipa, 2016), mención honrosa en el festival de poesía Qosqo Tikarinapaq (2020). Su obra literaria ha sido parte de muestras multidisciplinarias y publicaciones en Perú, Bolivia, Chile, Ecuador, México y España (2016 - 2022). Organizadora y gestora del XXII Festival de Poesía del Sur Andino Enero en la palabra (2019); Recital de poesía amorosa (2019); Cuéntame Poesía en la voz del poeta (2020 - 2022); Escape poético, desaparición de la distancia (2020) y Ciudad poética en el ombligo del mundo (2020). 


Foto (1): Evie Shaffer
Foto (2): FB Lenyan Veka

lunes, 28 de agosto de 2023

Pilar Vilcapaza: «MAMA HAMPI»





En la casa de Mama Hampi

Mama Hampi,
dentro de su casita de ch'illiwa
adormecida por el tayta inti;
hierve vino caliente sudado por la chacra,
en el fogón donde arden las lágrimas 
de una madre desesperada,
que piensa que su wawa se muere,

mientras en su cantarito de liqichu dormido,
va mezclando y quemando 
la santísima tierra muerta de cementerio,
con los pelos asustados y uñas desesperadas 
de la madre del niño que muere de llanto,

vierte sus elementos cosmogónicos 
cantando las oraciones secretas 
ordenadas en las infusiones,
que se hechizan en los elementos
para no perderlo al recién nacido.

En la istalla
encima de una mesa
de madera vieja
donde se hace
el pan en las mañanas,
los taytas cantan.

Hoja de coca:

—Raphillaypi qhaway
En mis hojas mira

—¡Mamitay ama llakikuychu!
¡Madre no te preocupes!

—Wawayki allillanmi puripunqa
Tu hijo muy bien se irá

—Hampita tariy
Encuentra el remedio

—Ratulla, ratulla, ratulla
Rápido, rápido, rápido

—Tiempolla atipasunki
Te ganará el tiempo

—¡Wawitataq chiqapta wañurqunman...!
¡Qué tal el niñito se muere de verdad...!
________________________________

Ch'illiwa: Paja
Tayta: Padre
Inti: Sol
Liqichu: Ave andina que habita en las zonas altas
Istalla: Pañoleta tejida de hilos de colores, que sirve para usos ceremoniales



Tiqsi Pachakuti / Origen y final

Mama Hampi es la hija de Chuqichampi /
Señor de la tierra profunda que nace en el horizonte de Orión.
Ella es mi madre que canta pétalos de ruda
en mi oído cuando vuelvo a nacer 
en la lágrima de un pez.

Es la culebra, la hija de la serpiente / la descendiente de Amaru
hija de los Willkas de siete cabezas / ella es Machu wayra,
dibuja canarios de amor en las carreteras de Kuntur
mientras besa el nacimiento de la luna en el sol.

Ella es la hija que toca las ch'illiwas /
en duuu y fiuuu en los altos infiernos
y los altos cielos de los gentiles /
Hija a la que ek sol baña en su reflejo
y delinea culebras en mi rostro
para encender al fuego del fin del mundo.

En la oscuridad nace el amor para las piedras.
Soy el canario que bebe calor del fin del mundo.
Soy Willka, hija del fin de los universos.
Yo soy su alteza en el trono de Chuqichampi
y el universo de Orión.
________________________________

Chuqichampi: Paja
Amaru: Padre
Kuntur: Sol


Estos poemas fueron extraídos del poemario Mama Hampi, de la escritora azangarina Pilar Vilcapaza y que fue editado por el grupo Hijos de la lluvia en diciembre del 2022. 






PILAR VILCAPAZA
(Azángaro, 1990)

Comunicadora social, gestora cultural, periodista en temas de cultura y política. Publicó los libros de poesía: Génesis Mujer (2013); Pájaros Huérfanos, Diario de una Eromaniaca (2015); Cuervo Azul - Pájaros Huérfanos (2018).

Aparece en el especial de poesía Versos al aire libre, Cataluña, España (2015); revista virtual latinoamericana de Artes Literarias Zien Mil Mitos (2016). Antologada en la revista hispanoamericana de poesía De sur a sur en verbo y verso, poesía erótica escrita por 38 mujeres de España y Latinoamérica (2018). Participó en el Di Festival Edizione Internazionale Luino (Tramontana Diversi), Italia (2019).

Participó en los festivales literarios: Enero en la palabra, Cusco (2018 y 2020). I y II encuentro internacional de escritoras de Arequipa (2020). Participó en el Festival Internacional de Poesía Perú: Perú en sus poetas jóvenes (2020). 


Foto (1): Istalla (Google Imágenes)
Foto (2): Pilar Vilcapaza (Foto extraída de Facebook)