Ultraonírico) ● el mal tiempo
desayuna mis impulsos demolidos ● piedras que brillan al mínimo
contacto humano ● libélulas secas para desorientar la palidez ● todos los reflejos que una charca puede
contener en vano ● (Día
Prófugo) ● la sed viajera germina ● vamos juntos a la torre enterrada ● descolguemos la espada crepuscular ● acariciemos la esquizofrenia lúcida ● que tus ojos sean nados atravesando mi estepa ● quiero tallar mis delirium tremens en sillar ● la noche nos llena el vaso con su risa ● yukio mishima yendo a dar al goyeneche ● me arrastro hacia un pueblo volatinero que me
muestre que hoy estoy limpiando el polvo del oleaje ● cargo a mis espaldas un desconcierto balsero
que rema lejos de mí mismo para rendirle culto a las flores
inconscientes ●
que por el hedor a viaje sé que no despierto
descalabro ● en menos de un segundo paladeaste la escena de nuestro futuro ● ahí ● rasgueando el sedimento de una guitarra lechuzesca ● caminando por la bahía de tu encrespada estrella ● líbrate de mis anhelos anhelándome ● arráncame el dulzor con tu acidez ● al menos intenta no sobrecogerte en este ovillo andino que tanto nos visita con su sonrisa de mil años infantes ● estrangulando lo que pudo ser con la paciencia del desierto ● con dedos que ya han perdido la sed pero aún guardan el cuerpo del perfecto amor en la boca ● porque en tacna todo se pudre más lento ● y nuestro futuro residual sigue meciéndose hasta que tu estrella gemela se apague ● y ya no quede nada más que ahorcar ● solo el cielo que se abre todavía enredada
creer que el viento sigue vivo y avanza su
fulgor por los muros intangibles ● y luego prosigue
hacia la izquierda de mi lóbulo horrísono ● un eco de fiebre conduce
como un balón humeante mi silencio mendigo hasta el griterío de cualquier
túmulo enmascarado (Escena de Teatro Fatuo) ● me cobran dos soles por
entrar al ajedrez azul con tzara y arp ● dando vueltas alucino entre
los barrotes de una misa plagada de errores de
lectura ● mientras tanto saco del polvo sin tiempo a la muerte
y le sostengo la cabeza con un poema viejo para que su cántico
reaccione ● busco la moneda que dejé un mal día en su cubículo de
flores violadas ● quiero fotografiar el cielo sangriento de quien no ha venido
al mundo ● me urge escampar mis quemaduras y salir de esta hambre sin
salida ● abro y no abro los huesos ante la mirada torturada de lo que
me va a suceder
(Ganyar de los Ganyares) hacer el amor en el eco de los
poemas encajonados ● oscurecer nuestra carne insatisfecha en esta
piedra rebosante ● eyacular un ocaso que se compare al pulso onírico
del fuego ● allá abajo se pudren dentro de sí las estrellas
madrastras ●allá adentro babea la negrura que amparó mi
vigilia ● allá arriba la ceniza de las nubes me
nutre las uñas ● una vez más desmantelo mi sangre en los pabellones
castigados y celestes ● que cambie qué si todo está tras una capa de
leyes putrefactas ● si yo lo que quiero es besar la noche de tu
muerte con mi sexo ● que cambie qué si yo reasigno el último vaho del
día y cosecho la nada fecunda de los que se fueron sin
nombre ● exhumo mi existencia y me marcho de esta aparición como un
pez desollado (Empatías Cinerarias)
achicharren mis retinas en
las rejas del espanto ● que desangren
mis huesos aciculares en la mediana aorta ● que salpiquen mis
vísceras los rostros de los viandantes ● lo demás es
asombro ● ternura ciega que me llueve por
naturalidad errante ● aquel día sentí
que iba a encargar mi moridero ● una
estrella que se va de bruces contra los nuevos muros ● y se lo he consultado a la familia
humana ● he estado en tacna preguntando por mí y me confirman que
sufro desvisiones ● y luego aquella idea de que el proceso
de escritura de un poema es más importante que el poema en sí ● rompí esa plañidera flor mil
veces con mi sombra ● y de tanto corroer la estatua del alma hice llorar a una piscis embrujada ● la familia humana no ve que
su viandante soy yo ● que me descaigo y que mi rostro salpicado es su
propio moridero
Foto: Craig Adderley
