Mi sonrisa
adormecida va trepando lánguidamente
la válvula
tricúspide de una oración maldita,
el sudor frío va
socavando el relámpago azul
y mis ojos son la marea del espejo apagado.
Lacté la luna de abril tras las celosías del tiempo,
mientras mi
corazón se embadurnaba
con la nueva sangre de los muertos.
con la nueva sangre de los muertos.
Atiné con la dama
blanca una tarde en Malasaña
y la llevé a transitar la necrópolis de la Almudena,
y la llevé a transitar la necrópolis de la Almudena,
correteamos
juntos por las venas del ocaso,
sobornamos al
amanecer con lágrimas jubilosas,
y terminamos chirriando en las pupilas del desvelo.
de Atardesear (Madrid 2007)
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