Estoy enamorado de
Verónica Forrest-Thomson como quien se enamora del aire frío de la
madrugada, o de un río olvidado. Una atmósfera de misterio envuelve la
personalidad de esta extraña poeta
inglesa, desaparecida en abril de 1975. A pesar de la singularidad de su
obra,
el nombre de Verónica Forrest no figura en ninguna antología poética, ni
en
ningún diccionario biográfico. Sus libros están agotados y los centros
donde
estudió o colaboró, así como sus profesores, editores y cuantas personas
establecieron contacto con ella en los círculos universitarios de
Cambridge,
guardan celosamente cualquier dato acerca de su biografía, incluyendo la
fecha
y el lugar de su nacimiento y las circunstancias del suicidio.
Dos volúmenes
publicados con posteridad a su muerte, «En la periferia» (1976) y «Artificio poético: una teoría de la poesía del siglo XX» (1978)
reúnen, respectivamente, su producción poética y sus trabajos teóricos.
CORDELIA O «UN
POEMA NO DEBERÍA SIGNIFICAR SINO SER»
A aquellos que
besan en el temor de no volver a besar nunca
A aquellos que
aman con el temor de no volver a amar nunca
A ellos dedico
esta rima y lo que tenga.
Que ninguno de
nosotros, nunca, cogerá el transiberiano
Se resuelve, y me
gusta, en refrán
Sobre todo porque
puedo, ahora y luego, repetirlo
Que estribillo es
el uso, sustancial, del refrán.
Yo pretendo, sin
vuelo medio, dejar clara la verdad
De honor, verdad
y amor trasnochado que resurge
Es un hecho que
el amor cuando vuelve aburre.
Puede que yo no
entienda de dioses pero sé
Que Eros es dios,
poderoso y púrpura.
Y que llegando a
un punto, el incesto se convierta en
Traición. No lo
digo de forma literal;
No amo a mi
hermano o él me ama.
Hemos estado
evitándonos mutuamente
Durante años así
seguiremos.
Hasta sé de
palabras cruzadas.
Lo que
necesitamos es Dante.
Dijo que amaba a
Beatriz. Hiciera lo que hiciere
No amó a Beatriz.
Al menos, no
A la Beatriz
Portinari que menciona la historia.
La conocía. Y lo
que ocurre con todos esos
Florentinos es
que todos se ocupaban en
Matarse unos a
otros o en morir de tuberculosis
Galopante.
Beatriz murió; Rosetti la pintó
Omitiendo a Dante
en la calle. Boticelli
Pintó el resto:
Simonetta Vespucci
Murió de
tuberculosis galopante (edad, 23)
Giuliano
Cavalcanti murió en el exilio (edad, 35)
Dante dei
Aligieri murió en el exilio (edad, 90)
Lorenzo dei
Medici, que vive para siempre
Puesto que allí
estuvo, encargando
Cuadros, poemas y
estatuas,
Si también
encargó muertes
Yo no se lo
reprocho. No se sintió
Muy magnífico cuando
su hermano
Fue asesinado en
el santuario.
Hay que
comprender que quien lo hiciere
Había de ser
excomulgado si, eso es, si
No hubiere
asesinado también al enviado pontificio,
Su mejor amigo.
He vivido lo
suficiente para observar una cosa;
Que el término
tiene un final.
Oscurecía en el
andén de ninguna parte
Cuando llegué a
ti ansiosa y triste.
Ajena a la
lluvia. Ajena al sonido del frío
Viento que sopla
antes y después y
Hasta en Provenza
se conoce.
Y por lo que
respecta a esta línea, la robo de T.S. Eliot
Y de Ezra Pound y
de A.C.Swinburne. Todos excelentes
Poetas para robar
porque los tres han muerto.
El amor que es
siempre, ha de guardar
Seña de amor que
fue, fuera de su dolor cual fuere.
Jugamos a encajar
las piezas que embozan los desagües.
Escúchame. Oh
Mister Poster, yo sé
Que me cociste
demasiado oscura, que debes hervirme de nuevo.
Ni noción tienes
de la delicia que sería
Que nos cogieran
y arrojaran al mar con las langostas.
Amor mío, es la
alondra y no el ruiseñor.
Que ninguno de
nosotros, nunca, cogerá el transiberiano.
Ella quiso y
buscaba gente que quisiera
Yo creía que
quería y ahora sé que no quiero.
Amor mío es la
alondra y no el ruiseñor.
Por cierto que
nunca escuché a una ni a otro
Pero la gente
dice que suenan lo mismo o casi.
De qué pasta
hicieron a ese Romeo y a esa Julieta
Que perdieron su
postrer momento
Escuchando a los
pájaros. Ah
A mí me gusta
sorprender a las alondras.
Sorprender los
juegos. Así obran casi todos los poetas
J.H Prynne
incluso, el memorable poeta
Que se alegra al
decir que U.L.
Tiene su apellido
intermedio equivocado.
Pretende que la H
sustituye a Hola
Pero todo tiene
un límite. Y yo me las sé todas.
Adivina
adivinanza, en un mar
Verde de mocos
gira y rueda cuando
Nos cogen, cuando
nos echan a la mar
Junto a los Joyces.
Cuéntanos el
cuento de la derrota de Troya.
A todos nos
habría gustado estar allí.
Infernal Ulises.
Él es, él era, hiel turbia
de envidia y
revancha, destruye
A la diosa-madre
de mujeres. y a Swinburne
le chifló el
dolor pero a mí no
Porque a mí me
pegan.
Me gustaría no
seguir sonando como Ricardo Tercero.
Claro que, si no,
tiendo a sonar
Como Ricardo
Segundo. Y quién quiere ese.
Supongo que debo
sonar como Ricardo Primero.
¿Y él, qué hizo?
Nada, me imagino.
Me divierte
sorprender con el pie a los ruiseñores.
Prynne dice que
si no regreso
A salvo a Sicilia
para el treinta de abril
Enviarán un
destacamento.
Marzo es la
estación más cruel
Para enfrentarte
a los camorristas.
¿Te asustaba
realmente que pudieran violarte?
No. Pensé que
habría serias dificultades.
Y no sólo porque
estuviera yo en franca oposición,
Que así estaba
cualquiera, hombre, mujer o niño,
Que viajara en
ese tren.
Me asustaba que
pudieran matarme.
Puedo parecer
estúpida pero no lo soy
hasta el extremo
de pensar que tu nombre
Es Elisabeth
Brown. Bueno. De acuerdo,
Mi nombre es
Verónica Forrest Thomson.
Agamenón era rey
de los aqueos por aquel entonces,
Príamo de los
troyanos, Teseo de los atenienses.
Y están muertos,
como todos los buenos reyes.
En mis tiempos
era costumbre tomar partido
por los troyanos,
por la simple razón de su
Fracaso. Pero yo
siempre apuesto por
Los ganadores,
cada vez.
Mary Shelley
podría irse al infierno
Porque pensó que
iba a ninguna parte
Y se llevo
consigo a Frankincienso.
Quiero a su
marido, vivito y coleando.
También a él lo
mataron, por supuesto.
Casi ni extraña
que él tuviera la costumbre
De leer a
Aiscylos mientras navegaba.
No leía a
Aiscylos cuando se ahogó
Fue incinerado
como un rey pagano.
No así Agamenón,
quien -como dije- era rey por entonces
Y perdió, asesino
de su hija
Asesinado por su
mujer y por su otra hija.
Asesinado por su
muerte asesina de su vida.
Apuñalado por la
espalda en su baño.
Lo pienso cada
vez que tomo un baño.
Aunque no siento
simpatía alguna
Hacia esa hija y
ese hijo.
Pienso que no es
justo que Helena
Lo tuviera todo,
belleza inmortal,
Amantes, ciudades
destruidas y batallas
Libradas por su
causa. Ni que volviera a casa
Y pudiera
pasearse tranquilamente como mujer de Menelao
Mientras su
hermana gemela, Clitemnestra
Era asesinada por
su hijo y por su hija.
Y los atenienses
los frecuentaban.
Nación de
sofistas, ¿por qué no habían de hacerlo?
Perpetuos
traidores de aliados, torturadores
De mujeres y
niños y esclavizadores de gentes
Hasta a Sócrates
mataron, su hombre bueno y sin par
Entonces fue
cuando platón intentó convertirse en un filósofo rey.
Le esclavizaron a
causa de sus dolencias.
Desearía que le
hubieran mantenido esclavizado.
Escapó, claro
está, y escribió libros
Sobre cómo lo
haría mejor,
De ser él
responsable. Todos los poetas hacen eso.
Son tan
incompetentes como el resto
Si intentan poner
orden en las cosas.
Como testigo de
mis esfuerzos en ese sentido
O los de mi
avatar, Agamenón,
Quien, como dije,
volvió a casa y fue asesinado en su baño
Asesinando a su
mujer y a su hija.
Y si no conocéis
la historia, debéis conocerla.
Leedla en la
Ilíada, leedla en la Odisea.
No la leáis en
Freud, se equivoca siempre
Aunque ni Freud
merecería un hijo como Lacán.
Pero de comienzo
y de final, leedme a mí, amada,
Asesinada en la
matanza general
Pero revive de
nuevo con John Donne
(Leedle también)
Yo, Helena, Isolda, Yo, Ginebra,
Yo, Clitemnestra
y otras muchas que están al llegar.
Yo lo hice, yo
misma, lo hice matando al rey mi hermano.
Es la sorpresa,
mi amor, y no el ruiseñor
Que a mí me chifla
sorprenderme
Pero no me gusta
dar coces.
Ellos tienen la
potestad de herir y hieren
Sin que los
maldiga Shakespeare u otro cualquiera.
De todos modos
será maldecida
La raza de los
poetas, porque ha herido. De todos modos
Es productivo el
lindo proceso
Especialmente si
uno puede ser fontanero a la vez que poeta
Y desatasca al
mismo tiempo poesía y sumidero
Artificio Poético
«El dolor detuvo el partido» y
Otros muchos
libros, incluso poemas
1974 y Todo lo
demás (lo digo en serio)
Yo, Verónica, lo
hice. Entrecortada, buscada verdad
Hurgada en el
estiércol consigue la victoria.
Los guerreros se
escondieron en un caballo, ¡claro!
Pretendían traer
la paz
Y no quisieron
dirigirme la palabra, emboscados en lo oscuro
Como un puñado de
necios que escucharan la voz de la diosa
En una ciudad
ajena, yo hablo tu lengua en mi ciudad
Cambridge o
Camelot, y no me escucharéis
Prevenidos como
estáis por Odioseo, pretendiente, traidor,
Y cuando hubieron
matado a todos los hombres,
Violado a todas
las mujeres... etc.
Agamenón volvió a
casa y, como dije, fue apuñalado por su mujer
En su baño. De
todos modos mi amor, es la alondra,
Y no el ruiseñor.
Sigo los sagrados pasos de
Hipólita, bendita
tú, lo mejor
Que ha sido dicho
o bien expresado en lengua alguna
Leed a John Donne
– el memorable acreedor
No leáis a Mathew
Arnold; es un estúpido
Yo no soy el
príncipe Tomás de Aquino F.H.Elliot
Tampoco soy
servidor de lores
Yo soy el rey que
vive.
La primavera nos
sorprendió atravesando la plaza del mercado
Y al salir el sol
seguimos hacia la biblioteca universitaria
Y tomamos yogur y
hablamos durante una hora.
Tú, tú, coge las
riendas.
Bebe cuanto
puedas y ama cuanto puedas
Y trabaja cuanto
puedas
Que nada de esto
podrás hacer cuando estés muerto.
Presta atención
al refrán de este poema
Y ponlo en
práctica:
Mientras estés
aquí, no desperdicies y no eches en falta
Los posibles
júbilos.
VERÓNICA FORREST-THOMSON
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