XXIII
Titikaka de mi dinástica
A Martín Gómez
Vuelto a la conciencia el día despierto
salta de júbilo
la gente sale a la realidad a caminar su
alegría
¡ha amanecido el día más bello del mundo!
La pampa inundada de pobreza es un panal
de calaminas
resquebraja los cristales la helada
filocortante
los khollis sonríen, los kh’eñuas se
estremecen
y el cielo más azultintura que nunca
dispone albos cúmulos azucarados para
adornar su hermosura
mientras la luz solar baja íntegra
esplendiendo todo.
Veo mi ojota caminante
mis pies se agigantan para las pisadas
más altas
mis manos sostienen la chakitajjla y el
charango
mi wallaka atesora el chuño y el maíz
¡dos warakas cruzan mi pecho acorazado de
amor!
Ah, inmensísima pampa amarillenta, altar
de alturas
¡cómo te amo y cómo te sufro!
Ahora que estamos nuevamente
interactuantes
¡rijchariy!
¡levantemos la ideadora mente y el
músculo soberano!
tranquilicemos el espíritu y volquemos la
creación
hacia la tecnología andina del nuevo
milenio.
Un microsegundo bastó para ingresarte en
mis neuronas
Titikaka de mi dinástica.
VUELVE AL INICIO
PUMA DORADO, BRILLANTE Y PODEROSO
Aquí donde yemas brotaron lozanas en
fastuosa geografía
urgencias naturales tornaron poderosa a
una gran sociedad
se levantaron fosas telarañosas en humos
violeta
hoy los arco iris se conectan creando un
círculo de paz
y una preciosa cadena de bienaventuranzas
nos muestra el orbe.
Aquí en medio del calor hominal
bajo el intruso y aplastante sol
vespertino
sentado en amable soledad y ansias de
mundo
un puma dorado, brillante y poderoso
montura negra-morada cabecea
signos en eterna piedra olfatea
su afilada dentadura ejercita
y en torno a su majestad
las formas-substancia en
tarea-obra-enseñanza transforma.
Ahora
puma dorado, brillante y poderoso
vuelves conmigo al galope en la inmensa
llanura
e iluminados atravesamos la historia
abriendo el viril viento de la Altipampa
devorando marrones, verdes, amarillos,
ocres y pajabravas.
Eres puma dorado instalado en la piedra
inmóvil y veloz
vigoroso felino gigante de garras
aceradas
sumergido en las profundidades del lago
encerrado en una prístina burbuja de
emoción.
Vuelve al inicio puma de oro, puma
verdadero
abramos nuevamente los libros de la
realidad
ingresemos al otro lado de la muerte
para encontrar la alegría
llenando de creación las ramas de los
días
poblando de amor las mantas de las noches
haciendo nevar helado de lúcuma, de sauco
y de papaya
promoviendo el crecimiento del maíz y las
hortalizas
hasta que exhaustos nos recostemos en las
playas de quinua de Mamaqocha
para ascender a las estrellas,
purpurinos, enlazados con gafas de chifón
bordados de lentejuelas, rizos, sueños,
música y energía
y quedarnos dormidos
en el amplio firmamento.
Poemas pertenecientes al poemario «Luz de lluvia», 1999
Foto: Yuri Maydana
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