domingo, 3 de mayo de 2020

MARIANNA ESPEZÚA: «La edad de las grietas»




LA EDAD DE LAS GRIETAS

De nuevo es viernes y ya no espero nada
solo la certeza de saber que diciembre voló
y va otro año más en que no he muerto intentando cruzar la calle
recordando que un día tuve 20 y miraba esta ciudad
infinita desde tu azotea
jugando con los perros que nunca pude tener.
Que acabe otro año y yo seguiré envejeciendo,
como cuando cumplí 23 y después,
de pronto
tenía 30 y seis tatuajes en el cuerpo.
Debo empezar a aclarar mis ideas, pero nada funciona,
escribo cada vez menos y mis padres viven lejos.
El gato duerme en mi cama y tú
sigues siendo una cicatriz en el brazo izquierdo,
llena de tinta.
Ya no quiero comprometer ningún juramento quebrado
ni ninguna ciudad universitaria a las 18 hrs de lunes a jueves,
decirte que te extraño con rabia, culpa y ternura.
Que el tiempo solo hizo que deje de quejarme y que sobrelleve
este síndrome del miembro fantasma.
Porque creciste en mi cuerpo como un tercer brazo y ahora
no hay nada.
Mis labios ya no pueden cantar con una guitarra sin que me arda tu pelo negro
y me aplaste contra un muro,
sobre el que tirabas golpes porque te dejaba tras el tercer engaño.
______ sin ti me muero y aquí seguimos______
Pero en terapia aprendí que bloquearte es el primer paso.
Luego paciencia que todo acaba,
repetirme que la vida es mejor con tu completa ausencia… a veces funciona.
Enamorándome aprendí que puedo todo sola.
Porque estoy de pie ante tantas caídas,
sobreviviendo y sobrellevando mi compañía.
Cansada.
Enemiga de los estigmas,
comprometida con nuestra lucha,
que sigue siendo la misma
aunque cada uno desde su trinchera.
He escrito mis mejores poemas antes de los 25 años,
ahora con casi 40 estoy recuperando la infancia
perdida en el patio de mis abuelos.
Ellos murieron sin saber que a los 25 recién nacería la nieta numero 8
después de una guerra civil devastadora.
Y no te dije nada, pero soñaba con quemarlo todo,
pero me ganó el tiempo y
fuiste una enfermedad que me dejó muda desde los 19 años.
Tu voz no era voz sino una sensación caótica
que salvajemente penetra mi memoria cuando menos lo necesito.
Mi tristeza es otra forma de tenerte cerca
de donde salgo devorada y escupida.
Pasa de todo en mi vida,
pero de nada sirve el tiempo
Aún no lo entiendes
Disfrutar de caminar sola es también un acto de caridad.
Por ahí escuché que la felicidad no es didáctica y me hice linda hasta dolerme,
como un instrumento / una mala canción / una mala nota
Y yo aquí,
con el corazón colgando de una azotea
a la que no regresado a bailar un domingo.
Vengo a regar esta patria sin dueño, quiero dejar todo en orden y largarme.
Pero doy la vuelta y la mañana todo empieza de nuevo.
Pongo a Joan Báez como las primeras veces que hacíamos el amor y aún me sentía deseada.
Camino y hablo contra el viento,
hasta que el viento o la cerveza destrocen mi garganta
y tenga un pretexto para llorar de nuevo



NICTOFILIA


Inhalar es un acto de amor
Nunca he probado heroína
Pero empecé a usar delineador blanco
Para tener derecho
De preguntar a mi sangre por mi lucidez
Y ella no responde
La aflicción es una tarifa de entrada.

No debí parir antes de los 20 años
Porque todo empezó a hacer ruido

Soy un bosque talado
Que ama las palabras
Mis emociones, directrices
Por eso me arrastro por la autopista
Y
Quiero llorar mientras lo hago
arrastrándome con mayor agilidad
como descubrir el espacio entre vitalidad y depresión
La oscuridad borra mi memoria

¿La tuya también?




BALADA DE LA GATA MELANCÓLICA

I

Mi madre me dijo que vio a mi hermana muerta entrar en su vientre
5 horas antes de que nazca.
Nací feminista, puta y felina.
Para los 13 años empecé a ser feliz
hasta que aprendí a soñar.
Renuncié a los colores convencionales
para crear un nuevo tono
similar a un maullido pero con piernas para huir
temprano
antes del desayuno.

Mi madre me dijo
“al que tiene manos nada le falta”.
Y a mí me falta un pedazo
de algo
no alguien
de algo
que me ayude a manifestar la inconformidad de mi ser

Diría: Perdón por ser feminista y puta, mamá.
Pero nos están matando
dicen que la corona de espinas es una tiara de adelfas
dicen que estoy loca y sola
                                              y no,
                             solo soy una más en este aquelarre.

II

Así que hoy lo pensé mejor
y no quiero quedarme aquí.
Voy a convertirme en una mosca
o en un niño
o en un día de fin de semana.
o en cualquier cosa que odie el viento,
tanto como esta forma de querer
y de recordarme que no hay conciencia cuando se ama.

Creo que sentimentalmente
soy un desastre.
Tanto
que quisiera poner una letra en mi cabeza
y decirme poesía.
Pero prefiero ser la luz
que se lava la cara con frases ortogonales
y enfermas,
que saben a arena.
El amor es arena.
Debo admitir,
que aunque sentimentalmente soy un desastre
tengo la habilidad de crear jardines.
Soy capaz de re-crear Babilonia
y hacerla una nueva patria
donde podamos
cansarnos de ser nosotros
los inconclusos de siempre
y ser esta bala más a mi cabeza
que revienta cuando escucho
Marianna, es jodido amar.

Este poema no sabe que yo existo
creo que el mañana tampoco.
Si no es aquí, no me quiero encontrar.
Así que voy a convertirme en una mosca
o en un niño
o en un día de fin de semana.
En lo que fuera necesario
para no ser parte
de la falsa sonrisa urbana
Este poema no sabe que yo existo
solo existen mis ganas de partir.



PUESTA EN ESCENA

Se me olvida que entre las posibilidades
está la de morirme mañana
en este papel de quimera sin alimento
por nunca haber podido colgar mi alma
de un perchero
ni tener el valor de decirle a mi madre
que todo este tiempo
crió a la hija que murió a los 3 días de nacida.
Es tarde
La prisa no es buena consejera,
ni esperarte es una respuesta.
Mientras, solo escribo encima de mi última vida
la vida es un cuerpo más en nuestra cama,
donde tocar tu piel es construir un puente a la muerte
donde nos encuentren escribiendo una nueva historia
en la que se reconozca el derecho a la risa.
Donde la carretera a tu cuerpo sea la más corta
y no tenga esta urgente necesidad
de colgar de tus ojos para sentirme viva.
Donde la palabra amor sea un hecho y no teoría
una teoría mal planteada
sobre una hoja que sangra mañanas frías
en las que escribo tu nombre
1, 2 , 3 , 1000 veces
1000 veces olvido que mis manos solo tiemblan
cuando recuerdo que aún vivo
porque recordar me traza una vía
al vacío
la costumbre
tu ausencia
y esas cosas.
¡Dios mío! Estoy por cumplir 24 años y sigues sin existir
yo sigo como cadáver en un río.
Este no es otro poema violento
porque por ti he jugado con mi suerte.
Llevo siglos aquí afuera
siendo una tirana sin posibilidades:
la hija que este país no quiere reconocer.


EPÍLOGO: MARTÍN EN LA DESPEDIDA


«La amaba como amaba el amor 
como un verdadero desertor de la desgracia» 
Boris Vian


Me absorbo como una galaxia
Llorando sin llorar
Manejando a la deriva este coche viejo
Esperando que alguna de tus presentaciones aparezca

Tal vez la del niño hongófano
o el triste de la mano izquierda
vagabundeando
submarinos
con tu corazón que se escarba hacia afuera

Y quiero decirlo:
Quiero ser Ofelia sobre el río
                                           no te vayas
quédate
tú y tu completa incapacidad para estar solo

Pero solo estoy dormida,
en tiempos de emboscadas
taquicardeandome hasta perder el filtro
de la razón y los años

Y quiero preguntarte si quieres jugar conmigo
tú me dices ¿a dónde viajan los muertos?
Te dije que a los volcanes más cerca
entonces pensé
¿Cómo no amar tus trastornos, Martín?

Temo que he marcado estos poemas en braille
Porque cada quien se complica la vida a su gusto
Y me sentía acompañada
aquí,
útero alquilado
Vivir feliz con una detonación cualquiera.
Aunque hay miedo
Porque los gritos en este manicomio son contagiosos
Porque siento un riocord en el pecho
va a estallar
y con suerte dejarme en coma

Mírame, soy una zorra vieja
desollada
compartí maquillaje con tu cicatriz
con este nivel de melancolía, impresentable.
Eso.
Y creo que te dejé la casa sucia.



MARIANNA ESPEZÚA (Puno, 1993)

Estudiante de arquitectura, feminista y poeta puneña. Parió a su primogénito en julio del 2013, un niño con pretensión de dioscuro llamado Pólux (Editorial Korekhenke) y una plaquette denominada Ella distópica. Antologada en “10 poetas de un solo caño”, en la antología de poesía femenina “Mis palabras exigen silencio” y en “Buganvilla” y “Tea Party V”, “Un otoño azul”. Participó en revistas como Libertalia, Sur y Letrasértica. Ganó el XI y XIII Juegos Florales de la UNJBG con el 1er y 2do puesto en el concurso de poesía. Y el 1er puesto en el I FESTILEA – UNJBG”.



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