la sombra del día es el espejo transeúnte de mi carne ● lámpara macabra que enluta mi otra orilla ● mi vientre sostiene todos los huesos del agua ● no hay un solo instante que se aquiete en lo que me rodea ● sucede que todo se me cae de las cumbres ● tropiezo en los vestigios de lo que nunca ha acontecido ● mi ropaje de medianoche termina en el suelo inconexo de la mañana ● la borrachera musical dormita su eterna hoguera ● vagabundos besuquean sin piedad la piel seca de mi arroyo ● derramo hasta el silencio de saberme relámpago intoxicado ● desierto obnubilado en el velorio juguetón de la nada ● de pronto la piel de un pozo me halla viendo correr la gema de las rosas ● echado en un corazón que se sabe sumamente inoportuno ● mi voz se abre a un falso cielo para engullir mi canción más potente ● cien mil lenguas de millones de años luz encienden esta nave tripulada por añejas perversiones ● los ojos de la cascadas de sogay se trepan al lomo de un burro de carga ● saco a relucir el emblema punzocortante de mi sonrisa (Me Entrecruzo) no, no, y no ● ¿Quién me reconoce? ¿Por qué me miran con esos ojos
inmune levito viendo pasar el desfile anímico ● son
aves inalcanzables a merced del hambre suicida ● son patios esotéricos
empedrados de muerte amena ● son astros tan raquíticos
de ojos que acompañan la vejez de las flores ● olimpo nocturno de manos
que se beben el amuleto sangriento del fuego ● y en ese levitar me
detengo por primera vez a zarandear las viejas pilchas ● las kantutas crujientes de la casa puneña ● vomito toda la aversión de
mis desmayos ●
me masturbo con tanto dolor niño ● con tanta sequedad de ombligo ● apago la vela en esta cama repleta de
sueños ovillados ● y no es que levite es que estoy borracho en
la sonrisa enterrada de un graznido ● viendo el susurro de cada
una de estas personas indistintamente relacionadas con mi futuro de asesino
serial ● y naturalmente me reconocen y me acicalan para un baile oxidado ●
tres campanadas
de miel para que me quede quieto y no le haga daño al remanso inoportuno que ha
florecido de repente ● el mismo que ha traído mi
penumbra al lugar donde brota el torrente invisible que iza las banderas de
esta genealogía orate
solo caminando uno
puede oír el himen de las distancias a punto de ser desvirgado ● solo en la calle uno puede trizarse en mitad de la escalera
endeble del alcoholismo diurno ● sacudo la
bruma infante del rostro ● levanto la
mirada y compruebo el armamento maldito de las sombras ● de tanto
caminar por las calles de arequipa tengo los dedos negros y la respiración
del ahorcado ● caí de pie en la
alcantarilla de mis huesos sin escuchar la combustión atenta del mundo ● trajiné el estallido del alba contemplando la prohibición de
enterrar mi cadáver ● escuché la química de las dos de la
mañana en una radio insintonizable (Cementerio de la Apacheta) ● busco desde siempre rechinando los dientes un silencio fiero que adormezca
el griterío que llevo en los pulmones ● me quedé
dormido entre mulas que comían la imagen de la luna a las aguas de un río
muerto ● despierto y descubro que no tengo nada encima ● mucho menos los documentos que comprueben mi identidad ● soy la lozanía ● el que juega con
la peste ● soy el año dos mil catorce ● soy un
híbrido de presencias profanadas ● soy la autoestima de la locura ● una medallón
de viento ● un aullido esquilmado ● y con mis latidos
han hecho un revólver para el duelo vespertino de dos mundos irrecuperables (Lenguaje de Sombras
No hay comentarios:
Publicar un comentario