lunes, 16 de mayo de 2022

MARINA IRKALLA: «Noema»





LA PARTIDA


Como el nervio que se adelgaza 
hasta ser solo una fibra,
un tallo único, 
una contracción infinita,
he decidido extraviarme.

Al frente
se descuelga mi cuerpo
como una fruta transparente
que cae sin remedio entre mis manos.

Pero no cae,
sino que se escurre,
indescifrable en su propia biósfera
como un inmenso piélago de grava
y sin memoria.

Bajo este desafío que resplandece,
mis extremidades sostienen aún
el tiempo
y su equilibrio,
pero aquí no existen los caminos,
y no puedo alimentarme de las rosas.

Poco a poco voy olvidando el nombre
de todas las sustancias,
voy perdiendo así el volumen,
el sentido del olfato.

Aquí solo el viento sabe de la piel
que abriga al fuego,
y del fuego desmigado de su aorta.

Por eso, cuando se enciende el murmullo 
de los insectos,
me incorporo y conjuro a los astros 
por vez primera
para que soplen hojas de menta en el día
y ascuas encendidas
por las noches. 



CARAVANAS


Las caravanas de sal llegaron una tarde
desafiando vapores,
trajeron consigo un laúd 
cuyas cuerdas temblaban con el viento
y una mujer de sombra que danzaba
todas las noches
al ritmo de la hoguera.

Los camellos jóvenes contenían su sed
en el claror detenido,
lamían sangre fresca de las lagartijas,
sobrevivían 
con la esperanza
de los espejismos.

Cierto día, levantando polvo crecido
en la superficie, 
hallaron una extraña criatura
abrazada a un tronco.

Con la boca apretada,
muerta con un gesto de horror,
guardaba entre los dientes
un rollo de papel destrozado.

Qué difícil fue extraer 
el mapa donde habitaba
el espíritu.



ALTA SED


Y he aquí que no habías bebido durante siete días
tratabas de tenderte bajo un árbol,
pero fue inútil encontrar su sombra
y solo acompañada del sosiego,
te dedicaste a hundir los dedos
contra las movedizas gibas
de la duna.

Todo en esta soledad se parecía a la luna,
a veces creías que tus dedos volverían
a la arcilla,
para estallar como pájaros de sal
de tanta espera.

Por esos días te consolaste 
contando las hormigas
que comerías de una en una,
ya habías adquirido la destreza en medirlas,
tan solo renunciabas a sus cabezas negras
que disponías en una hilera interminable
para saber que no estabas sola.



ELECTROVIBRACIÓN


Al despertar,
el sonido del primer canto 
poseía varias capas, 
martilleaba contra la pared del aire y
el tímpano
se hacía estrecho a cada eco,
pero alcancé a acariciar
las esdrújulas consteladas.

Resbalando

vi como incidía en la cúpula 
cada masa de carne magnética,
zumbaba el ruido,
se replegaba musculoso 
como un enjambre
expulsando colores y trucos de invierno,
crujían las gemas arriba:
la aurora se acercaba trayendo
en su cabellera
diminutos gusanos de luz.



PERCEPCIÓN


Fosforece la forma del silencio
y le devuelvo la mirada.
Ante él se descubren todos los objetos antiguos 
que presentían en la niñez,
como el tiempo, los gerundios y las cosas.
En la revelación más imprecisa
cada coma encuentra su lugar,
cada punto se sabe exacto,
cada línea esconde una verdad.
La tinta nace en el dedo y se expande
con la claridad de un astro 
hacia el nacimiento
del texto encarnado.
Si soplas una vela, se hace el día,
si soplas una vela, cae la noche:
es una sola flama la que teje el mundo.


Estos cinco poemas fueron extraídos del poemario Noema de Marina Irkalla, editado por la editorial Sol Negro, en la ciudad de Lima en octubre de 2021.





MARINA IRKALLA

(Piura, 1988) 
Graduada en Literatura por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y máster en Gestión Cultural por la Universidad Internacional de la Rioja de España. Ha publicado Memorias del rayo (Plectro Editores, 2016), libro ganador del Premio Nacional Juvenil de Poesía Javier Heraud 2014, organizado por la Secretaría Nacional de la Juventud. Su libro, Un viaje imaginario, quedó finalista en el Premio Copé Internacional organizado por PetroPerú en el 2017. Textos suyos han sido publicados en revistas como Lucerna (Perú) y Ulrika (Colombia).

Foto 1: Taryn Elliot
Foto 2: Marina Irkalla

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