miércoles, 23 de agosto de 2023

Dante Nava: «AYAM ARU»





HUMO DE VAHO



Esta lluvia tenaz. Esta lluvia de ahora,
con su charango gris de cuerdas de cristal,
desde por la mañana le ha quitado la prosa
al sol que se enfurece enjaulado en las nubes.

Pugna por abrir brecha en la faz musical
de la lluvia que ríe con su risa canora,
risa que corre, vuela, aplaude, baila y cubre
a la fauna con murria y a la apenada flora.

Pero, súbitamente, el viento barrendero,
aparece, cantando, por el lado del lago;
y de un solo escobazo deja límpido al cielo.

El sol luciendo el trigo de su broncínea barba,
libre ya de las nubes, se pasea por los campos
fumándose el cigarro transparente del agua.



SOL GRANDE EN EL ZENIT

Después de tantos días nublados i mojados
el cielo está bruñido i cabrilleante el lago,
i el amarillo intenso del sol desorbitado
entibia el verdegueante susurro de los campos.
Engarzada en las cúspides la nieve es una piedra
preciosa que resume la canción de lo blanco.
Una canción dormida hai en cada remanzo
i una canción vivida en las cementeras.
Surte el viento su vida rasgueando los charangos
de los kollis lucientes de inflada Primavera,
hasta aromar su aliento de kantuta i sankayo.
I para completar, un cholo con su chola,
satura su alegría, una alegría nueva,
con el trago amoroso de su dulce zampoña.



LOCURA


Perdido en los abismos de mi propia locura
lleguéme a los abismos de tu nívea presencia.
Era la aurora misma quien me anunció la esencia
de tu cuerpo hecho luces, bajo una noche oscura.

Entonces me hice bueno por la loca cordura
de amar hasta las heces la divina existencia
de tu voz, alegría de elocuente ternura,
y de tus ojos, fuente de dulce inteligencia.

Pero tú incomprensiva te alejaste orgullosa
de este amor que te adora y que es la única cosa
por la cual mi tristeza es tristeza de llanto.

Yo quisiera, algún día, hallarte en mi sendero;
despedazar tu carne como un vil carnicero,
¡y ver qué cosa tienes para que te ame tanto!...



ROMANCE DE LA SOLEDAD INTENSA


Para el poeta Luis Nieto, cordialmente


Qué solo que me he quedado
en esta sombra tan sola.

Ni un pétalo de garganta,
ni un grano de lengua rota,
ni una esquirla de voz quebrada
alegran mi triste alcoba,
cuando mi oído sediento
pida la más pobre nota
de algún cantar desairado
con la palabra más corta.

Qué solo que me he quedado
en esta sombra tan sola.

Tengo las manos vacías
como esta sombra sin sombra.
El silencio agazapado
quiere rasgarme la aorta,
y este ajado corazón
es una frágil ampolla,
que se puede romper
por la soledad de ahora.

Qué solo que me he quedado
en esta sombra tan sola.

Pienso en mi andina niñez.
Pienso en mis muertas auroras:
Todo tan lejos de mí:
El mar con sus fuertes olas,
el río con sus espumas
en lago con sus totoras
verdes de viento y de sol,
la cumbre, de blanca, inodora,
pero de oxígeno, llena,
la pampa que se colora
con agua y luz de las nubes,
o el canto lacustre de la onda
bajo las hondas del trueno
y el relámpago que arroja
las lágrimas de sus rayos
sobre los días con sombra.

Qué solo que me he quedado
en esta sombra tan sola.

Surge, de pronto, la imagen
cinegética, rubia y loca,
de mi puericia robusta,
con su vista cazadora,
de cantáridas de hierba
y de gualdas mariposas,
y cuando entreabro los párpados,
se va la imagen en sombra
hasta no ser sombra siquiera
de lo que apenas se nombra.

Qué solo que me he quedado
en esta sombra tan sola.

En este vacío enorme,
cada hora que pasa, roba
hasta el rumor de mi aliento,
y destaca, en mi memoria,
como un kolli en una chola,
brindando, a mi adolescencia,
toda la rebosante copa
de sus núbiles deseos
en el fuego de su boca
y en el ala de ese fuego
en su gran mirada óptima,
cristalina como el agua
donde lavaba su ropa
(O lavanderita del Ande
de boca y pollera roja).

Qué solo que me he quedado
en esta sombra tan sola.

La angustia se desorbita
la desolación se ahonda
en esta noche sin ruidos
donde mi grito se ahoga,
como una visión opaca,
son su psiquis soñadora,
mi juventud se presenta
restañando sus neuronas.
Muestra el recuerdo imborrable
del engaño de una novia
y hace desfilar, tras ella,
un grupo de pecadoras
que gustaron de mis besos
y aromaron con su aroma,
a esta ansia que se acaba
en mi carne que se agota.

Que solo que me he quedado
en esta sombra tan sola.

Llora la tarka de mi alma
con otoñales hojas
de mi vida envejecida
fija, como una paloma,
también ay! encanecida
por la muerte de las horas,
en las flores de nevada
que a mi cabeza coronan.

Que solo que he me quedado
en esta sombra tan sola.



UN POEMA SENTIDO PERO MAL ESCRITO

Eres como un libro bueno e inacabable obstinadamente.
Como esas frutas jugosas que penden de los árboles
que, de estar tan altas, uno siempre las desea;
aquello que intuimos y no podemos alcanzar:
Un imajinar interminable de ternuras femeninas
pegado a la yema de los sesos como un tinte imborrable.

¡Haberte demorado tanto!... ¡Qué ocurrencia la tuya!
Y no haber avanzado, desorbitadamente, apresuradamente,
cuarenta... ochenta... cien años -ya no sé ni cuántos-,
hasta el extremo de haberme encanecido a destiempo,
por que yo también dupliqué mis días y viví mis noches,
como ese faraón Mikerinos que para alargar la vida
y burlar al Oráculo hizo de seis, doce años.

Oh! Cómo hubiera sido de puro, cómo hubiera sido de limpio
si tú hubieras llegado antes de que se fuera mi espera,
si siquiera te hubieras adelantado un minuto
para poder sentirte y cambiar mi camino y llegar hasta ti,
no serías tan niña, ni yo tan acabado, tan lejano
de todo lo que luce tu pubertad lozana,
¡tan lozana! que al acercarme a ella
nace en mí el impulso inútil de querer lo irrealizable:
¡de desandar lo andado y volver a comenzar!...



ASÍ TE QUIERO

Sumida en el hielo de tus veinte años,
                          así te quiero

Con tu corazón envuelto en latidos de piedra,
                          así te quiero

Con tu alma de hierro 
a mi palabra, a mis miradas,
a mi caminar tras tu caminar insensible,
metálico, como un cuchillo
que desgarra mi carne
hasta hacerla vibrar como un charango,
agriducle florecilla de la Altipampa
                            así te quiero

Con tus claros ojos de lluvia furiosa,
golpeando, impasiblemente, los surcos
de mis cinco sentidos
                            así te quiero

Con tu voz de espina caldeada 
calcinando mi lengua, mi garganta
mis gritos y mis palabras
                            así te quiero

Con tu esqueleto de amor,
con tu sonrisa de patíbulo;
con tus besos sin fuego, asustados,
que se ahogan 
en el agua... de tu boca
y tus caricias encajadas 
en los dedos de tus manos avaras
(está tan cerca de mi tu alejamiento
que siempre palpo tu sombra 
como si palpara el vacío frío
de una fosa sepulcral)
                       
                              Así te quiero.



REALIDAD

Cómo se aprieta la sístole
cómo se ancha la diástole
cuando la boca pide
frescas flores de carne.

Salir por las arterias
de la buena esperanza 
y volver por las venas 
del desengaño, para

luego, luego quedarse 
acostado en el catre 
del esqueleto sin voz,

y ser un guardián más
del silencio veraz
de algún viejo panteón.


Estos poemas fueron sacados de La Revista del Instituto Americano de Arte 3º sección: Cuadernos Poéticos. La revista fue editada en noviembre de 1956 y la dirección recaía en el notable Francisco Montoya Riquelme.




DANTE NAVA SILVA
(1898 - 1958)

Nació en Chorrillos, el 8 de abril de 1898. Descendientes de italianos por línea paterna, fue lector voraz de libros que llegaban desde Argentina. Tras haber viajado muy joven a Mollendo y a La Paz, se dedicó a trabajar en el hotel de la familia en Puno, componiendo verso que declamaba en todo acto público al que fuese invitado. Editó tempranamente su Báquica febril (1921), cuyos sonetos expresan gran erotismo. Su poema Orgullo Aymara es largamente conocido en todo el país. Falleció en Puno el año 1958. En 1990, su sobrina, Nina Nava, publicó Dante Nava, el poeta del lago, con una valiosa reseña y más de 200 poemas.

Foto (1): Hans W.
Foto(2): Dante Nava junto a José Portugal Catacora.



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