lunes, 12 de febrero de 2024

EL ESOTERISMO DE LA NADA: Leo Cáceres y los astros de la locura





    Según Kofler, (1972): "Todo arte se desarrolla idénticamente fuera de la vida". Es decir, que surge de la fantasía, en la medida que la fantasía, separada de la razón, constituye las representaciones, deseos, sueños. Por ende, el arte se encuentra más allá de toda sublimación. Pero los "críticos" han desvalorado y no han tomado en serio al arte ni a la fantasía. Sin embargo, la fantasía intuye y acopia sucesos de individualidad múltiple y experimenta la vivencia y reflexiona intuitivamente sobre ella. Mediante esta referencia indirecta se rige la poesía de Leo Cáceres (Puno, 1988); un poeta que experimenta y recrea sus vivencias y sus fantasías. Leo trabaja la palabra, la hace suya, la posee, la transforma en un sentimiento táctil, metafísico. Enfoca su visión más allá del universo y de la naturaleza. Su pensamiento apasionado se convierte en locura, un poeta esotérico que practica el ritual de los antiguos poetas y conversa con los astros. Su escritura pensada se conecta telepáticamente con el cosmos. Puno ha sido testigo de sus arrebatos y de sus borracheras, siendo fiel a los preceptos de Baudelaire: "Es preciso vivir borracho de algo, borracho de alcohol, de pena o de gloria; pero borracho". Hay que vivir borracho , aunque sea de agua, de paz o de ocio. Los brahmanes se emborrachan de meditación y a la mona le da por mirarse el ombligo, como decía Federico More. Pero su borrachera es otro tema. Más de una vez se negó a publicar, pero tiene tres libros de poesía: Aromas oscuros (Poesía reunida 2006 - 2012), Astro Deseo y Fuego Fatuo. La visión estética de Leo Cáceres tiene un aura incomprendida por los lectores y sus coetáneos; sin embargo, su capacidad luminosa nos lleva a leer con detalle cada verso, signo y figura inscrita en la energía espiritual, así como San Juan de la Cruz, el gran místico, quien llega a la noche gracias a los sentidos. Leo explica el misterio y nos deja frente a él. 

La catarsis y la contemplación

    Leo Cáceres, sin duda, ha excavado el pozo teórico de la poesía griega. Se ha centrado en la meditación y la contemplación como se ejemplifica en los siguientes versos: en el cráneo / de un río / en el alba desparramando / la calipedia de la lluvia / cuando miro un puente el corazón ya no me pertenece. En el verso redescubre el significado del "yo", una forma  de ocultarse para encontrarse en la naturaleza. El sujeto empírico busca el conocimiento y recobra el vigor de encontrarse de nuevo, solo. La inclinación de Leo, le lleva a preguntarse por el ser. Los versos antes referidos se sostienen en su estudio sobre la patafísica o la ciencia de lo inútil, que hace que Leo construya una realidad paralela, imagina la construcción práctica de dispositivos que no van a existir, con un lenguaje que juega con las palabras y explora la profundidad de la nada y del vacío. A esta altura, leyendo los poemas de Leo pensarán que han perdido el tiempo, pero no basta leerlo, sino releerlo para descubrir los insólito y extraordinario de su poesía. Astro Deseo es la búsqueda del grial, la búsqueda del tiempo-espacio para el Ser.

    ¿En qué radica la poesía de Leo Cáceres? La pregunta nos lleva a estudiar a los poetas empeñados en la labor de encontrar equivalentes verbales para estado anímicos, es decir, a Eliot, Paul Celan, Fernando Pessoa, Artaud, Blanchard, Battistini, Bretón,  Duchamp, Eluard y Tzara. Tanto ellos como Leo, integran el pensamiento con los sentidos. Entonces, el impulso proviene de una preocupación personal por la vida, la muerte y el cosmos. Este último es la piedra de toque. Advierto que emerge la contemplación en la mayoría de los poemas, como por ejemplo: cada vez que cruzo un puente / al tiempo le da un infarto / del que se recupera / a través / de mi sonrisa desvelada.

La simpleza y la claridad del verso, es justamente metafísica. Las coordenadas temporales y espaciales son necesarias para la poesía. El material onírico, las imágenes producidas en los sueños, forman parte importante de la técnica surrealista, como sostiene Aldo Pellegrini en su antología de la poesía surrealista. Leo hace uso de esas técnicas, una actividad pragmática e intelectual que le lleva a escribir versos largos, cuyo "yo" es el de un místico que intenta persuadirse a sí mismo, el sujeto lírico habla con él y los astros. Logra su captura en la unidad de las sensaciones , en el "yo", "tú", "hombre", "dios" e "individuo". En otras palabras los versos equivalen en la relación del espíritu y cuerpo.

    Como dice Hans-Georg Gadamer: La poesía exige otros estímulos, es necesario tener en cuenta para enjuiciar correctamente el estilo poético de nuestro tiempo. No cabe duda que en Puno hubo un hermetismo lírico, era necesaria la disolución de este y buscar otras creaciones poéticas como las de Trakl, Rilke y Holderlin. La invocación y la idea de creación y destrucción están recalcados y asegurados por la poesía de Leo Cáceres, ya que el habla con la vida, con la noche y con la tierra. La locura se enriquece definitivamente por la acción del amor. La locura es la fuerza que asciende en el espacio y revela una sensibilidad extraña, rara. Leo ha hecho el máximo esfuerzo para entregarnos poemas abstractos y complejos, que no poseen ritmo, esto ha obligado a exigir de nosotros el máximo análisis y lectura, y sino hacemos ello caeremos en la estupidez de confundirlo con cualquier otro poema que no dice nada.    

Alexánder Hilasaca



Este texto fue extraído del libro Huérfanos: Los poetas indómitos del post 2000, escrito por el poeta Alexánder Hilasaca (Puno, 1989) y realizado por Quimera Editores de Arequipa en marzo del 2021. Se presentó en el Cusco en enero del 2022.


Collage: Pablo Genoves

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