sábado, 26 de enero de 2013

PLETÓRICO DE ESCOMBROS




Sangra,
es natural,
un espejo hecho pedazos,
la palabra resbala en sangre;
yazgo exangüe, desnudo de realidad.
¿Habrá un mañana?
Nací y ya he visto de todo.
Una alejada espera en la noche lluvia:
me hicieron rezar a su señor en vano,
me obligaron, con sonrisas, a tragar la redención,
es siniestro y humorístico, lo sé,
dependí de ellos,
un deprimente reflejo.
¿Cómo debería haber sido?,
quizá nacer en lo ubérrimo,
quizá cuando aún éramos cuadrúpedos,
¿qué cambiaría?,
Conciencia haraposa  
Bodas de luz,
Gautama pudriéndose en un viejo árbol,
una negativa continua
—orear tu corazón, sembrar en él briosos aires desarrollados—,
una rauca voz atraviesa el coliseo romano,
nacen las hogueras,
se inventa la rueda,
se cae el primer avión,
reluce la cosmogonía platónica,
una gran masa de agua,
follamos en ella y con ella,
barcos sobrevuelan los umbríos bosques,
casas que contienen críos y luz,
brillosos caballos buceando por las ciudades.
Mi madre me dio de lactar,
la luna me ofrecía su sexo,
el sol surgía de la nada,
una alejada espera en la noche lluvia,
conocí a fondo la mente humana,
vi miles de rostros,
he notado el suave movimiento de la muerte,
¿qué tipo de proceso es este?
Tengo grandes ojos y sé leer,
el hombre al pronunciar el primer vocablo
irremediablemente puso fin al concierto,
encontré por el camino algunas respuestas,
tropecé con sudorosas y hermosas hembras dormidas,
discutí con perros, águilas y narvales,
escalé un palacio situado en la pelvis del universo,
transité por indecentes senderos selváticos,
he bailado borracho por la autopista mortal,
me he drogado desde siempre,
¿soy una droga ambulante?,
le he gritado todo tipo de imprecaciones a los fenómenos naturales,
tengo predilecciones en música y literatura,
una alejada espera en la noche lluvia,
me gusta el vino, la cerveza y los bailes locos,
fui traicionado por mi discípulo más humano,
soy un lago de lengua venenosa,
me hicieron rezar a su señor en vano,
rompí el orden, conjuré un caos completo,
le he gritado con todas mis energías a la grandiosidad de la naturaleza,
me gusta sentarme a contemplar el oleaje con un porro en la mano,
me regocijo con el vino y el pescado en días brumosos,
¿de qué proceso estamos hablando?
Me he drogado desde siempre,
mientras el mar se desperezaba,
mientras reptaba la vida por cenagosas vías,
mientras los luceros sonreían,
tengo ojos,
siempre he conocido el «pronto»,
una alejada espera en un gris espectral,
¿nunca me tomará de la mano
y me conducirá hacia las profundidades?,
¿hacia dónde?
Un viejo conde simula el coito delante del espejo sangrante,
vaginas que aguardan, entreabiertas, los punzantes rayos solares,
fósiles cósmicos levitando sobre nuestros lechos,
le he dado la mano al cielo, estaba sudada,
sangro pródigamente,
tengo un corte profundo,
¿qué abstractos seres vermiformes nos idearon de tan mala manera?,
hay una chica que me gusta, está encerrada en mi música,
me gustan sus ojos y sus patas,
parece una cobra,
parece una roca sostenida por invisibles cuerdas de piano,
por supuesto que tengo ojos,
¡He visto morir gente!,
me hicieron rezar a su señor en vano
sé cantar y llorar,
he desfilado por la rojez nocturna,
recuerdo muy bien a los filósofos griegos,
no me conmueve el sexo,
sé quién es el mar,
quiero viajar por África
y allí fenecer rodeado de primates danzantes,
un coro herrumbroso en un día inenarrable.


de "Atardesear"
Madrid - 2007

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