jueves, 20 de junio de 2024

«EL ARTE DE SER INVISIBLE»: Edgar Pacompia Belizario






PRÓLOGO 


Escribe: Boris Espezúa Salmón

    Pocos poemarios, tiene uno la suerte de leer y que lo atrapan desde el primer verso, pocos poemarios resultan prolijos, limpios de asperezas en el lenguaje estético, en el lenguaje revelador de la poesía. Este es el caso de El arte de ser invisible de Edgar Pacompia, que de lejos es sobresaliente en la línea oquendiana que surge de las entrañas mismas del pontificado y el pedestal de uno de los poetas más queridos y mágicos de Latinoamérica como fue Carlos Oquendo de Amat, de quien a veces se olvida que además de poeta fue comunista y que este componente ideológico fue fundamental para darle cierto horizonte de sentido a su trabajo intelectual.

    El autor del libro que prologamos, divide en dos partes su poemario: “El hombre celeste” y “Árbol de arena”, en un texto de 41 páginas el poeta nos involucra a una maquinaria de imágenes que no cesa de alumbrarnos hasta el último verso, es como un tren de neón o una luciérnaga luminosa en la oscuridad que nos recuerda a poetas que hicieron una simbiosis de cenizas y agua pura de la palabra como son el propio Oquendo de Amat, José María Eguren Martin Adán, Carlos Germán Belli, Francisco Bendezú, César Moro o también a extranjeros como el Conde de Lautreamont, José Lezama Lima o el ya clásico Charles Baudelaire. El libro tiene ventanas con las que a veces concluye el poema, o están al medio del mismo como letreros que el lector no puede eludir: “Tus recuerdos contienen dinamita, son piedras que salen de tus ojos”, “Se redactan óseos silencios”, la recurrencia a un lenguaje sincopado, prescindiendo de adjetivos y a veces de conectores, que parecieran versos bucólicos, pero revestido de imágenes inusitadas, desplegables e intersugestivas, nos hace ver que la palabra en un buen poeta no tiene límites, que puede abreviar la metáfora como puede desglosarla desde una sola imagen a varios mundos o universos, haciendo suyo un neobarroquismo peculiar donde nada deja de servir, donde todo es posible poetizar, incluso sin dejar de lado su élan de ser puneño, cuando recurre a los diminutivos para expresar ternura, afectos a las cosas, personas al terruño, o cuando se refiere a lugares o cosas.

    En otro momento leemos: “A quién no se le olvida recoger el Llinqui (tierra alada) / Arcilla nueva, niña dormida que guardamos en las articulaciones; lo raro es que florece en el accidente del agua curva, por eso olvidé envolver su eterno pie.” Estos versos tienden a alcanzar nuevos registros, nuevos tonos, nuevas atmósferas. Edgar Pacompia se propone sorprendernos con una conmoción profunda que nos emplaza, escondiendo muchos misterios, que a su vez también trata de develarlos, con una visión furtiva y a la vez destellante que se prolonga desde una existencia y una memoria donde hace alusión al título de su libro al mostrarse invisible para quien no se encandila con su valor estético, pero visible para quien tiene la certeza que la poesía le atravesó su ser con la palabras de Pacompia. La poesía de Edgar nos hace atravesar cierto nivel de conciencia y nos toca a cierta experiencia subjetiva, que siendo más de las veces una zona intocada con los versos del autor, pareciera rozarnos y avivar la herida o la costra.

    En otro momento leemos: “Ahora, a nosotros los paganos, nos toca redoblar las emboscadas del deber para que el fuego de este aceitoso palabreo no se demore en el cuenco de los caídos, ahora mismo se fugan a su cuarto los infieles de alcancías, ya no existe final”. Aquí, se hace alusión a la religión, a sus nomenclaturas, a sus rituales, a sus restricciones, pero a la vez es un acercamiento a lo providencial, a lo divino, a ese fuego que arde en el interior abismal de todo ser y que alude a los caídos, a las víctimas de todos los días de un mundo hueco de discursos y de círculos viciosos. En el lado de los cambios e innovaciones recordamos las palabras de María Ángeles Vásquez, quien refiriéndose a la poesía de Carlos Oquendo de Amat decía que su poesía además de ser cinética, mágica, tierna y vanguardista hay que situarla en el núcleo de un vanguardismo peruano que es el intento de reproducir a través de la palabra, la plasticidad visual. Y lo hace con representaciones caligramáticas o descripciones con propósito atrapador en la búsqueda de nuevos formatos gráficos. Carlos Oquendo de Amat, Gamaliel Churata, Xavier Abril, Martín Adán, Emilio Adolfo Westphalen, Alberto Hidalgo o César Moro asumirían estos frentes de vanguardia que se sustentan, en gran medida en un tipo de discursivo específico que aspiran a un cambio de orden estético. La vanguardia será siempre una opción recurrente en todo creador, en todo poeta como en el presente caso que busque nuevas formas expresivas, denotativas y sentidoras que puede producir la palabra. Es con la palabra que también se construye el país decía Alejandro Romualdo y aquí Edgar Pacompia sabe que con su poesía puede decir y hacer sentir el frío de las pampas de Mazocruz, como el calor de una madreselva donde hasta las nubes parecieran ser llamas en el cielo.

    Celebraciones para Puno, para el Perú por este poemario bien planteado, bien cuidado de nuestro amigo Edgar Pacompia. Estamos seguros que hubiera merecido el premio Copé de Oro, pero el lector sabrá aquilatarlo en toda su magnitud y más allá de los galardones, su destino es que sea valorado como uno de los aportes más singulares y delineadores de lo que se puede hacer en poesía desde una tierra dotada de artistas y escritores que deslumbran como una tropa de Ayarachis que suben sin cansancio hasta Kancharani. Felicitaciones.


Lima, setiembre del 2023.




EL ARTES DE SER INVISIBLE Y LOS PESARES ARMONIZADOS DE EDGAR PACOMPIA BELIZARIO 


Escribe: Mary Cruz Monroy Quispe, alumna de la Escuela Profesional de Medicina Humana de la UNA- Puno. Email: marycruzmonroy4@gmail.com


    Edgar Pacompia Belizario es un escritor puneño nacido en 1977, publicó obras como “La estación de las moscas” en 2015 y “Toque de queda en la ciudad escamosa” en 2022; así como su poemario “Para una vieja llamada desamor”, que le mereció el segundo lugar en la Copa Doce Ángulos en Arequipa, 2016; y su último poemario que en esta oportunidad reseñaremos: “El arte de ser invisible”, que lo llevó a ser finalista en el Premio Nacional de Poesía COPÉ en 2021; en el que quiero analizar como retrata la experiencia de sentirse invisible y los desafíos que ello trae consigo.

    Actualmente labora el poeta como docente en educación superior y nos presenta su último escrito, cuya primera edición se dio en septiembre de 2023 por la editorial Rupestre en Perú, con un tiraje de 1000 ejemplares. Este libro cuenta con 25 poemas dividido en 2 partes “El hombre celeste” y “Árbol de arena” con 15 poemas en el primero y 10 en el segundo en un total de 41 páginas.

    En la primera parte del poemario nos habla de la vida y los pesares de esta, el olvido de las personas y el desinterés por el prójimo. Al leer: “Uno debe aceptar la muerte como el rápido devenir de las alegrías” y “… reverberé el sudor del sepulturero”, podemos ver como el contraste de la vida y la muerte nos lleva a apreciar la vida y afrontar las adversidades. Relata como el pasar de la vida y como las personas de nuestro entorno se van olvidando; como solo a través de nuestros recuerdos se puede mantener la existencia de nuestras ideas y nuestro ser, se puede apreciar en el siguiente verso “… se puede sujetar el recuerdo de los que se fueron en el primer oxígeno”.

    Podemos notar que la autoreflexión sobre lo que apreciamos y lo que no, que el sufrimiento, reflexión y redención nos lleva a una transformación. A través de sus versos “… como uno puede desatar el sol” y “No llegará jamás la escarcha del cetrino malestar de horas”. El autor nos hace notar como una nueva vida es moldeable y que se espera alejarla de los pesares, siendo que más adelante reflexiona que por más que intentemos evitarlas, estas son parte de nuestra vida. Y como señala en el poema “Reverberaciones”; debemos afrontarlos para florecer en la vida; “En las cicatrices del agua profunda todo se regenera”. Hay una lucha contra el tiempo y la vejez, que podemos observar en sus escritos: “Mi desacato a la vejez pronta…”, por ello debemos realizar nuestros deseos y conectarnos con nuestros semejantes y la naturaleza “… porque las plantas ya no envejecen y de verde ríen por verte”.

    En la segunda parte podemos apreciar como explora la lucha interna con el dolor y el olvido como señala en su verso: “En este lumbar de olvidos, los pies se hacen más ebrios…”, a través de comparativas de la naturaleza y la vida urbana para ilustrar esta batalla emocional. Al final expresa un fuerte deseo de liberarse y enfrentarse a las propias penas; esto logrado a través de la transformación y la lucha interna. “Aquí en esta bahía puntapié, cada viento se apedrea de esquinas”, buscando encontrar un significado de la vida en un mundo lleno de contradicciones y desafíos; y que la belleza puede encontrarse en medio del caos.

    Las metáforas a las que recurre el autor crean un paisaje emocional y psicológico profundo y complejo. El poema usa semejanzas con la naturaleza, como la lluvia: “No se cansa la lluvia, no se fastidia”, para expresar el anhelo de alivio y renovación en medio de la aflicción y la pérdida. Y al leer: “Enmudece el tambor de falda fría” vemos que remarca la vulnerabilidad, liberación emocional y búsqueda constante de consuelo en un mundo marcado por el sufrimiento y los desafíos.

    Al finalizar la lectura vemos como el autor utiliza metáforas para describir cómo las personas pueden sentirse invisibles en la sociedad, de sentirse aislados y olvidados; esto a través de explorar emociones que reflejan esos sentimientos. Retrata la importancia de ser fiel a uno mismo y de encontrar valor en la individualidad. Y que a pesar del tema de invisibilidad de este libro podemos ver que el autor destaca cuán importante son las conexiones en sociedad y con la naturaleza.

    Este libro a través de un lenguaje único nos invita a la autoreflexión y autoexploración, así como un llamado a formar conexiones profundas y significativas. También a seguir adelante con valentía en la vida, siendo este mensaje de valentía un recordatorio constante de que, aunque el camino pueda ser desafiante, nuestra capacidad para perseverar y encontrar sentido es inmensa. El autor utiliza sus experiencias personales y contexto cultural para poder redactar sus escritos, y al igual que Boris Espezúa Salmón; abogado, docente universitario y poeta; que manifestó su valoración de este libro, espero que el lector sepa apreciar la excelencia de estos poemas.






PARA SABER QUE EXISTO

 

Mis ojos nunca imaginaron ver la alta ceniza quebrarse

a la orilla de los postes púbicos que aprenden a doblarse temprano,

aquí donde se lubrica la existencia del celeste solitario.

El prestamista del humo y los pulmones de mamá queman la voz del tiempo,      

todos los grandes aprenden a encorvarse temprano.

El presente encierro despierta el gesto de la extraña sangre

giiiiiira mi esternón.

Tomo la escalera de mirar atrás, me doy por enterado que se puede sujetar el recuerdo de los que se fueron en el primer oxígeno.

Este pesado papel ha cortado los omóplatos de la soledad, así como este alvéolo de último minuto;

ellos regresan con el aceite de su cabellera naranja.

Presiento que los ojos de todos se molestan para siempre:

como señal que nos macera,

como sombra que se embriaga en el cigüeñal de la vida,

como esta herida que se cierra, se abre y se llueve.

 

En la sonrisa de las cementeras del viejo Árbol de Arena,

inicio a divisar antiguos letreros, que dicen, por ejemplo:


“TUS RECUERDOS CONTIENEN DINAMITA

 SON PIEDRAS QUE SALEN DE TUS OJOS”

 

 Ahora el fuego se muda por extensos árboles.

Hasta las copas de los Veteranos de la Muerte

se lucen en el arrojo de la mejor pavesa.


En toda puerta se destilan los niños, en todo lugar un cosmos germina;   

mas todos revestimos el tronco del nuevo redondel.

 

La pereza del nuevo círculo (más epiléptico), deja partir al famélico acero.

Observo cómo se dobla el andar de la vida.

En cierta avenida se susurra:

 

“D e v u é l v e esta cicatriz”



LAGO CANTOR

 

Sé del mensaje de los labios que viajan secretos,

porque las plantas ya no envejecen y de verde ríen por verte.

Verdad del dialecto que sacude su color.

 

Mi desacato a la vejez pronta aún aprende a desnudar su cornamenta,

no existe el ahorcado vacío,

solo que me gusta atarme en los aleros del caracol,

gritando a todo ritmo.

¡CUIDADO!

¡EL SAPO YA VIENE CON EL SIGLO MENSTRUAL!


Carabinas y balsas rojas miden la intensidad del alcohol,

ahora mismo el primer médico baja de tus ojos.


Hoy se desvelan por primera vez:

el Avezado Porvenir, sus nuevas extremidades, el ahorco de sus llagas,

y la mano que todos pintaron.

 

Se retoma la propuesta telaraña,

con afinado alambre,

el Gallo Malabarista desenreda su sombrero;

él, dona su pico dilatado al cinema del camposanto.

Existen inmensos néctares en esta rosa acuchillada.

Mientras el espejo termina de abrochar el temor,

nuestra tierra se acomoda en la ternura.

 

Juego de aceites en el azar

para el cóctel del ave de legumbres.

 

Hoy el acendrado perfume de Altamesa

humecta la vida con aceitosos Bogas / peces de azul.

Algunos se mofan del encierro con el pan dormido




ARCILLA ALEGRA

“Se ríe en mí, sube con mis besos y amenaza al mismo cielo”

 

Es la explicación de como uno puede desatar el sol.

En sus manos infinitas, resbalan los aerolitos sin maldad.

Es largo el sueño de su boca.

El corazón se me anuda en la espera.

En la toma del mundo todo será de Arcilla Alegra.

 

A quién no se le olvida recoger el Llinqui (tierra alada) / Arcilla Nueva,

niña dormida que guardamos en las articulaciones;

lo raro es que florece en el accidente del agua curva,

por eso olvidé envolver su eterno pie.

 

Mi wawa de Arcilla Alegra, quería amasar su tiempo de amar.

A todos se nos ondula el equipaje del laberinto.

No llegará jamás la escarcha del cetrino malestar de horas.

Ella viene atando aquellos leños que se reparten solos,

en su fundo de cantutas, se adentra en sus brasitas,

deja escapar su alegría y aprende a subir como tijera de imágenes.

 

Viene fastidiosa la tráquea de la costosa ceniza,

ya se encuentra libre en la oración que se desboca;

pero llegas desobediente con la cera del remolino

y el extenso ciruelo de tus brazos.

Nadie puede detener tu sonrisa.

Todo metal posa de ingenuo, todo cinema se escapa.

                       

“SE COSEN BOTONES EN EL ABRIGO DEL DESTINO”

 

 


LOS TRASHUMANTES

 

Uno debe aceptar la muerte como un rápido devenir de alegrías.

 

Ellos cantan en el inicio del fuego como ungüento para inundar el dormir de la noche.

Vienen con los ojos llenos de fin para acomodar el oeste justo en el andar del solidario doblar del agua donde acechan la oración de los tubérculos para el crepúsculo.

 

Existe una guarida de sombras donde se acurrucan los añejos años,

la viene ensanchando el grito del Gallo Malabarista,

saben del destierro, las erizadas angustias del hombre.

 

Estos aquelarres afinados en el ojo de agua,

arremolinan el olor de la urbe,

se miran despacio tocando la primera imagen del espejo.

 

Los ojos de este noble tropel

desgarran su postura ante los nuevos huesos

son testigos:

sus ojos largos,

el barro del norte

y su extensa cabellera.



EL SILENCIO


Dejó sus rodillas y se fue a caminar alambicado,
dejó de lado el sudoroso imán de borrascas,
dejó un reloj para el viejo San Pedro de ojos grandes.

HOY… se cambia en los grilletes de cierta barahúnda dolida.

Por el puente de la Reina, alguien se mira adentro:
un espejo, un seno invertido,
 un poco de agua,
 un libro amaestrado,
 o quizá la misma tráquea que no deja de salirse.

Ahora vive preso del dipsómano tambor de recuerdos
y salta con los finos bostezos del hambre.

Permite que el estrépito se cuaje.

Seduce al sermón de las horas y sus valijas enfermas…

en fin,

                                    ¡Todo resultó muy afinado!

 

PINTA

 

“EL ARTE DE SER INVISIBLE”



Poemas extraídos del poemario El arte de ser invisible del escritor puneño Edgar Pacompia Belizario. El libro fue editado por Rupestre Ediciones e impreso en Arequipa en setiembre del 2023. El poemario fue presentado en la Casa de la Cultura de Puno, con gran acogida de público, el viernes 7 de junio del 2024, los comentarios del libro estuvieron a cargo de Bladimiro Centeno, Yudio Cruz y Mari Cruz Monroy Quispe.







Público asistente a la presentación del poemario

Imagen del gallo: Generada por IA


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